Articulos, Destino 2016, Elecciones de 2016
Desde la fundación de Estados Unidos, 14 vicepresidentes se han convertido en presidentes. En ocho ocasiones ha sido por la muerte del presidente; en una, por su dimisión. Lo han conseguido cinco gracias a unas elecciones: John Adams, Thomas Jefferson, Martin Van Buren, Richard Nixon y George H. W. Bush. Pese a los fracasos de Al Gore, Walter Mondale o Dan Quayle, la tasa de éxito de los vicepresidentes es superior a la de los gobernadores o los congresistas que intentan llegar a la Casa Blanca. La Constitución apenas le da al vicepresidente funciones más allá de suceder al presidente en caso de defunción o dimisión y votar en caso de empate en el Senado. La tradición de hacer algo más la empezó Richard Nixon, que le dio significado al cargo y se atrevió a ir más lejos que el presidente Eisenhower en los años 50, por ejemplo en la defensa de los derechos civiles. El papel del vicepresidente se ha consolidado desde entonces hasta el más poderoso de la historia, Dick Cheney, que dice ahora que le “encantaría” ver a Joe Biden presentarse a número uno. Biden tiene buena imagen entre el electorado general: un 49% de las personas entrevistadas por Gallup dicen tener una opinión favorable del actual vicepresidente en comparación con el 37% que mantienen una desfavorable. Es su mejor resultado en años, aunque no su mejor marca en absoluto. El máximo de su popularidad lo alcanzó tras las elecciones de 2008, recién elegido y ensalzado por la estela de Barack Obama. El presidente Obama ha repetido que una de sus mejores decisiones ha sido elegir...
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Hillary Clinton es tal vez la política con más experiencia en la carrera para llegar a la Casa Blanca. Desde hace más de dos décadas ha vivido con intensidad el rito de los debates, las primarias y la presión extraordinaria del proceso. Ahora se esfuerza para que su campaña presidencial no acabe como la primera. Anoche en Las Vegas pareció haber aprendido de algunos errores del pasado. Basta comparar el debate de este martes con el primero entre los demócratas hace ocho años. Aquel primer encuentro se celebró en la Universidad Estatal de Carolina del Sur el 26 de abril de 2007 en lo que fue el comienzo de la campaña más larga y tal vez más bronca para elegir candidato en la historia de los demócratas. La primera cita de 2015 ha llegado con un calendario más habitual y tardío y es el preludio de una carrera que se antoja mucho más corta. Clinton también ha cambiado, y mejorado, en algunos aspectos. 1. Una candidata más amable Al contestar la primera pregunta en el debate de 2007 sobre la animadversión que despertaba en parte del electorado, Clinton bajó la mirada y se puso muy seria. Durante todo el debate, replicaba rápido, pero con cierta aspereza, mirando de lado, algo incómoda por tener que estar respondiendo preguntas. En aquella campaña, la perjudicó la imagen de que parecía sentir que “tenía derecho” al puesto de presidenta. Este martes, la candidata sonrió desde el principio, miró a menudo a la cámara y aunque no había perdido la seguridad que la caracteriza su firmeza no parecía a la defensiva. Se presentó como...
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La historia de la semana La llamada Values Voters Summit se celebra en Washington desde 2006, cuando un grupo de republicanos se rebelaron contra la conferencia tradicional de los más conservadores del partido, CPAC. El encuentro anual de los más tradicionales no era suficiente porque sus organizadores se negaban a debatir teorías descabelladas sobre el lugar de nacimiento del presidente Barack Obama y admitían la presencia de GOProud, una organización de gays y lesbianas conservadores que ya no existe. Este viernes fue el escenario de la mejor representación de la presión que tienen los candidatos presidenciales para ir más lejos que los más conservadores. Sin alterar su tono calmado y sin hacer ningún gesto de alegría, el senador Marco Rubio anunció que John Boehner, el speaker de la Cámara de Representantes, acababa de dimitir. El público ante él se puso en pie, aplaudió, gritó, agitó lo que podía al aire. Rubio siguió impasible como si no acabara de presenciar una insólita escena ante la marcha del congresista de Ohio desde hace 24 años que siempre ha mantenido las posiciones más conservadoras sobre armas, aborto o impuestos. “Ha llegado el momento de pasar página y dar paso a una nueva generación de líderes”, dijo el senador, cauto con sus palabras. Después de Rubio, las reacciones de otros presidenciables fueron todavía más claramente a la contra. “Tenéis que saber cuánto aterrorizáis a Washington… ¿Podéis venir más a menudo?”, animaba Ted Cruz al auditorio. “Ya era hora”, decía Donald Trump, que en su primera declaración parecía algo perdido sobre quién era Boehner y qué significaba su dimisión. Jeb Bush fue uno de...