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GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

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Eduardo Suárez

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Eduardo Suárez

De Hillary a Hillary: así ha mejorado desde el primer debate de 2007

Octubre 14, 2015

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María Ramírez

Hillary Clinton durante el debate organizado por la CNN en Las Vegas./ AP

Hillary Clinton durante el debate organizado por la CNN en Las Vegas./ AP

Hillary Clinton es tal vez la política con más experiencia en la carrera para llegar a la Casa Blanca. Desde hace más de dos décadas ha vivido con intensidad el rito de los debates, las primarias y la presión extraordinaria del proceso. Ahora se esfuerza para que su campaña presidencial no acabe como la primera. Anoche en Las Vegas pareció haber aprendido de algunos errores del pasado. Basta comparar el debate de este martes con el primero entre los demócratas hace ocho años.

Aquel primer encuentro se celebró en la Universidad Estatal de Carolina del Sur el 26 de abril de 2007 en lo que fue el comienzo de la campaña más larga y tal vez más bronca para elegir candidato en la historia de los demócratas. La primera cita de 2015 ha llegado con un calendario más habitual y tardío y es el preludio de una carrera que se antoja mucho más corta. Clinton también ha cambiado, y mejorado, en algunos aspectos.

1. Una candidata más amable

Al contestar la primera pregunta en el debate de 2007 sobre la animadversión que despertaba en parte del electorado, Clinton bajó la mirada y se puso muy seria. Durante todo el debate, replicaba rápido, pero con cierta aspereza, mirando de lado, algo incómoda por tener que estar respondiendo preguntas. En aquella campaña, la perjudicó la imagen de que parecía sentir que “tenía derecho” al puesto de presidenta. Este martes, la candidata sonrió desde el principio, miró a menudo a la cámara y aunque no había perdido la seguridad que la caracteriza su firmeza no parecía a la defensiva. Se presentó como cercana, se rió con Bernie Sanders y le dio calurosa la mano cuando su rival dijo estar harto de “los malditos e-mails” de la ex secretaria de Estado.

Como en toda su carrera, Clinton atribuyó sus problemas a la ofensiva de los republicanos contra ella, por ejemplo con el uso de su cuenta de e-mail privado. Pero también en este caso lo hizo con menos irritación. El pasado incluso le sirvió para presumir de fortaleza. “Todavía me mantengo en pie”, dijo.

2. ¿Dónde hay otro Obama?

Los mejores activos de Clinton esta vez no son su poderío retórico ni su experiencia sino el escaso empaque de sus adversarios en las primarias. Ni Jim Webb ni Martin O’Malley ni Lincoln Chafee están a la altura del desafío que supone enfrentarse a la favorita. Tampoco el septuagenario Bernie Sanders, cuyo discurso sobre la desigualdad fascina a la izquierda demócrata pero no convence a las minorías ni a los moderados. Ninguno de los adversarios de Clinton se asemeja al joven senador de Illinois que le arrebató la candidatura en la primavera de 2008. Obama apenas llevaba tres años en Washington. Pero había deslumbrado al partido con su discurso durante la convención de 2004 y empezaba a ganar el respaldo de los jóvenes y de los afroamericanos. Dos grupos cuyo apoyo fue decisivo para que ganara la candidatura, la presidencia y la reelección.

Un candidato fresco al estilo de Obama sería un problema para Clinton, a la que le acompañan el pasado turbio de su esposo, sus votos como senadora y la sensación general de que concibe estas primarias como una coronación. Pero ni Webb ni O’Malley ni Chafee exudaron frescura en el debate. Nadie similar a Obama estaba delante de un atril.

El otro punto débil de Clinton es su edad (67 años) y ningún candidato tiene armas para explotarlo. Su principal rival es un senador que acaba de cumplir 74 y el único que aún puede arrojar el guante, Joe Biden, está a punto de cumplir 73 años y fracasó dos veces (1988 y 2008) en la carrera presidencial.

3. La guerra de Irak y otros dilemas

Hillary Clinton tiene práctica en contestar en público y sobre todo en contestar a las mismas preguntas, pero el caso de Irak le sigue costando. Su votación a favor de la guerra de Irak en 2002, cuando era senadora, la persiguió durante la campaña de 2008. Pese a que ese conflicto ya no está en el centro del debate nacional, su apoyo volvió al debate este martes relacionado además con su presión dentro de la Administración Obama a favor de la intervención en Siria.

En 2007, Clinton defendió su posición: “Fue un voto sincero basado en la información que yo tenía a disposición. Ya he dicho muchas veces que si hubiera sabido lo que sé ahora no habría votado de esa manera”, dijo entonces ante los ataques en particular del senador John Edwards. En esta ocasión, Clinton se refugió sólo en cómo se fió el presidente Obama de su capacidad después de atacarla en los debates de hace ocho años. Los rivales en Las Vegas no se quedaron satisfechos con la respuesta y la siguieron atacando. Bernie Sanders fue muy aplaudido cuando dijo que él había votado en contra de la guerra pese a haber escuchado “las mismas pruebas del presidente Bush, Dick Cheney y Don Rumsfeld”.

Clinton se defendió mejor de la acusación general de haber cambiado de posición para conseguir votos, por ejemplo en relación al acuerdo de libre comercio o al matrimonio gay. “Siempre he luchado por los mismos valores y principios, pero como todos los seres humanos, incluidos aquellos que nos presentamos a un cargo político, puedo absorber nueva información… Miro lo que está pasando en el mundo”, dijo, con tono contundente.

4. Mejor Barack que Bill

En aquel primer debate de abril de 2007 la candidata citó varias veces a su esposo. Su presencia en la Casa Blanca y su cercanía a un presidente que había creado prosperidad y había cuadrado las cuentas públicas era uno de los mejores activos de su campaña. Esta vez Hillary habló menos de Bill que de Barack. Al fin y al cabo, es consciente de que el presidente sigue siendo popular entre las bases demócratas y que es uno de los ídolos de los hispanos y de los afroamericanos, a quienes necesitará si gana la candidatura demócrata en 2016.

Dice Samuel Popkin en su libro The Candidate que la campaña más difícil es siempre la del sucesor: aquel aspirante que se presenta como la persona llamada a continuar con la labor de un presidente que ha agotado su doble mandato. Al Gore y Richard Nixon fracasaron en el empeño con campañas muy distintas y cuatro décadas de diferencia al intentar suceder a dos presidentes tan carismáticos como John F. Kennedy y Bill Clinton. A duras penas y ayudado por la levedad del demócrata Michael Dukakis, George H. W. Bush logró suceder a Reagan en 1992.

Esta vez Hillary Clinton podía presentarse como la persona llamada a consolidar el legado de Obama o como la mujer llamada a conducir el país en otra dirección. Sus palabras en este primer debate indican que ha optado por la primera opción.

En el primer debate de 2007 citó a su esposo cuatro veces. Esta vez apenas se refirió a él cuando el moderador le preguntó cómo podía una millonaria comprender los puntos de vista de la clase media.

“Siempre he dicho que mi marido y yo iniciamos hace 36 años una conversación que nunca ha acabado”, dijo Hillary en aquel debate de abril de 2007. “Cuando mi esposo dejó la presidencia después de cuadrar el presupuesto y lograr superávit, teníamos un plan para mantener las pensiones a salvo hasta 2055”, añadió unos minutos después.

Esta vez Hillary no se apoyó en Bill sino en Barack. Sobre todo a la hora de sacar brillo a su experiencia gestionando su política exterior. Cuando Lincoln Chafee dijo que su voto a favor de la intervención de Irak debería descalificarla como aspirante a la Casa Blanca, la candidata se defendió echando mano de Obama: “Yo recuerdo debatir sobre este asunto como 25 veces con el entonces senador Obama. Después de las elecciones, él me pidió que fuera su secretaria de Estado. Valoró mi criterio y pasé mucho tiempo con él en la sala donde se toman las decisiones examinando asuntos muy difíciles”.

¿Seguirá presentándose la candidata como la sucesora de Obama si Biden se lanza a la carrera por la Casa Blanca? Nadie lo sabe. Pero sus palabras durante el debate le habrían llamado mucho la atención a la Hillary que perdió las primarias de 2008.

5. Un nuevo escenario

El cambio de los tiempos para el que Hillary Clinton tiene que probar que está preparada se notaba en el escenario de Las Vegas. La estética se ha modernizado en los últimos ocho años y hasta los periodistas son más rápidos y más variados.

El debate de 2007 lo presentó Brian Williams, de la NBC, que apareció lento y algo incapaz de manejar a los ocho candidatos que se presentaban entonces. Cuando Joe Biden contestaba con monosílabos en plan chistoso, el periodista parecía no saber cómo reaccionar. El debate de este martes, en cambio, estaba en manos de Anderson Cooper, de la CNN, siempre energético y rápido. El encuentro estaba, además, patrocinado por Facebook, que en 2007 aún estaba dando sus primeros pasos.

Los entrevistadores de Las Vegas reflejaban también mejor el país. En 2007, el co-presentador era David Stanton, un periodista de la tele local. En 2015, además de Cooper, presentaban Dana Bash, la corresponsal política de la CNN, y Juan Carlos López, reportero de CNN en Español.

 

 

    María Ramírez

    Reportera y analista política de Univision Noticias. Nació en Madrid en 1977 y estudió Periodismo en la Universidad de Columbia con una beca Fulbright. Trabajó durante 15 años como corresponsal de El Mundo (España) en Nueva York, Milán y Bruselas. Fundó la web de innovación periodística #nohacefaltapapel y el diario El Español. Colabora con NY1 Noticias. Es autora de La Carrera: Retrato de 10 candidatos cuyo ascenso marca el futuro de América (2012) y Marco Rubio y la hora de los hispanos (Debate, 2016). @mariaramirezny

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