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GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

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Eduardo Suárez

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Eduardo Suárez

Cinco razones por las que es muy difícil que a Hillary Clinton se le escape el triunfo en las primarias demócratas

Octubre 11, 2015

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Eduardo Suárez

Hillary Rodham Clinton

Los demócratas celebran este martes en Las Vegas su primer debate electoral. La cita la organizan Facebook y CNN y situará por primera vez sobre el escenario a Hillary Clinton y a otros cuatro aspirantes con opciones muy desiguales: el senador socialista Bernie Sanders, los ex gobernadores moderados Lincoln Chafee y Martin O’Malley y el ex senador por Virginia Jim Webb.

No estará en cambio el profesor universitario Lawrence Lessig, que ha recaudado más de un millón de dólares con el compromiso de asumir el cargo durante unos meses y dimitir al día siguiente de reformar el sistema de financiación electoral. Hace unos días Lessig decía que su campaña tenía más energía que las de Chafee y O’Malley y se quejaba de que le habían excluido por no aparecer en unos sondeos en los que ni siquiera se preguntaba por él.

La ausencia de Lessig deja el drama en manos de Bernie Sanders, el senador izquierdista que se ha destapado como la alternativa inesperada a Hillary Clinton. Sanders tiene 74 años, se define como socialista y defiende políticas similares a las que se han aplicado durante décadas en los países nórdicos.

A priori no parece el perfil idóneo para lanzarse a la carrera por la Casa Blanca. Pero algunos factores han jugado a favor de Sanders, que ha sabido capturar la desconfianza que suscita el matrimonio Clinton entre los demócratas más progresistas y recoger el testigo de líderes como Elizabeth Warren y movimientos populistas como Occupy Wall Street.

No son los únicos motivos del inesperado auge de Sanders. La derrota en las elecciones de mitad de mandato de 2014 ha dejado a los demócratas sin figuras emergentes y líderes con tirón como Cory Booker o Deval Patrick han optado por no arrojar el guante en esta ocasión.

Por ahora el arrojo de Sanders ha obtenido un premio prematuro: sus mítines atraen miles de jóvenes mientras la candidata del ‘establishment’ se desliza poco a poco en los sondeos. Clinton sigue por delante en las encuestas nacionales pero está por detrás en el estado de New Hampshire, donde su rival septuagenario tiene dos ventajas: la cercanía de su lugar de residencia (Vermont) y el gusto de los habitantes de ese estado por los candidatos de espíritu independiente.

A la espera de que Joe Biden se decida o no a lanzarse la carrera, la pregunta que se hacen todos los analistas es hasta qué punto la candidatura de Hillary Clinton corre peligro. Las carreras presidenciales son impredecibles y cualquier candidato puede sufrir una crisis en cualquier momento. Pero los sondeos puntuales y los titulares negativos no deberían llevarnos a engaño. Éstas son las cinco razones por las que Hillary Clinton es todavía la aspirante con más probabilidades de asumir la candidatura demócrata a la Casa Blanca.

1. Tiene más dinero a su alcance.

Los datos de recaudación del tercer trimestre desataron algunas alarmas entre los seguidores de Clinton. La candidata había recaudado 28 millones de dólares: un tercio menos que en el segundo trimestre y casi lo mismo que su rival.

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Es una cifra inesperada pero menos problemática de lo que parece a primera vista. Si sumamos las cifras del segundo y del tercer trimestre, Clinton ha recaudado dos veces más donaciones que su adversario. Tres veces más si sumamos las cifras de los grupos externos que apoyan su candidatura y que serán decisivos en los primeros meses de 2016.

Sanders ha renunciado por principio a la financiación de esos grupos externos y presume de tener más de 650.000 donantes. Pero sería un error presentar a su adversaria como una mera marioneta en manos del dinero de Wall Street. Por supuesto, recibe contribuciones de grandes empresas pero el 93% de sus aportaciones las hacen personas que ponen menos de 100 dólares. La Hillary de 2016 no es la Hillary de 2008. La lógica dice que recaudará mucho más dinero que su rival.

2. Los sondeos le favorecen.

El verano no ha sido benévolo con la favorita, que ha ido perdiendo fuelle en los sondeos. Alguna de las encuestas nacionales la ha situado demasiado cerca de su adversario y en New Hampshire lleva varias semanas por detrás.

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¿Seguirá cayendo Clinton? Es difícil decirlo. Dependerá de cómo lo haga en el debate de este martes pero también de la decisión que tome el vicepresidente Joe Biden, que sopesa desde hace meses si lanzarse o no a la carrera presidencial.

La irrupción de Biden robaría votos a Clinton y a Sanders a partes iguales. Pero sobre todo abriría una pugna hasta ahora inédita por las donaciones del ‘establishment’ y sembraría el desconcierto en una campaña que hasta ahora presumía de una cierta invulnerabilidad. Pero ni siquiera Biden lo tendría fácil para frenar a la favorita. Entre otras cosas porque dividiría el voto de quienes desconfían de los Clinton entre dos candidatos septuagenarios y con pocas probabilidades de ganar.

3. Tiene más respaldo de sus colegas.

‘FiveThirtyEight’ recuerda aquí la tesis del libro ‘The Party Decides’ (2008), cuyos autores analizaron todas las primarias entre 1980 y 2004 y llegaron a la conclusión de que los aspirantes que atraen pronto el respaldo de otros políticos suelen tener más probabilidades de ganar.  

Ningún aspirante tiene el respaldo de tantos colegas como Hillary Clinton, que ha reunido el apoyo de nueve gobernadores, 30 senadores y 114 miembros de la Cámara de Representantes. Su superioridad en este capítulo es apabullante. Y no sólo con respecto a sus rivales Joe Biden (16), Martin O’Malley (1) o Bernie Sanders (1). También con respecto a los favoritos de otras carreras presidenciales, como demuestra este gráfico que he confeccionado con las cifras de ‘FiveThirtyEight’.

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4. El calendario le favorece.

Bernie Sanders tiene a su alcance ganar en New Hampshire. Entre otras cosas porque es un estado vecino y pequeño donde cuenta mucho el contacto directo con el votante y donde los simpatizantes demócratas conectan con su mensaje sobre la desigualdad. Pero incluso si vence allí a mediados de febrero lo tendrá muy difícil para traducir ese éxito en una campaña capaz de ganar en otros puntos del país.

Frenar a la maquinaria de los Clinton es algo más sencillo en estados pequeños como Iowa o New Hampshire. Pero es casi imposible en estados como Florida, Ohio o Illinois, donde los candidatos dependen de los anuncios televisivos en las grandes ciudades y no de encuentros casuales en pizzerías o cafés.

El calendario electoral casi siempre beneficia al aspirante que va en cabeza. Pero aún más si cabe este año en el que se acumulan 26 caucus y primarias en la primera quincena de marzo en lugares con tantos delegados como Florida, Michigan, Texas o Minnesota. ¿Tendrá alguno de los rivales de Clinton recursos para competir en todos esos estados? La lógica invita a pensar que no.

5. Tiene ventaja demográfica.

La coalición electoral que forjó Barack Obama sigue siendo la mejor baza de los demócratas en estas presidenciales. El presidente logró atraer a las urnas a más jóvenes, mujeres, hispanos y afroamericanos que cualquiera de sus predecesores.

Los demócratas perdieron las legislativas de mitad de mandato de 2010 y 2014. Pero ganaron las presidenciales de 2008 y 2012 por la solidez de esa coalición que ahora se proponen mantener.

¿Es Hillary Clinton una candidata capaz para atraer a las urnas a esos seguidores de Obama? Es un poco pronto para decirlo. Pero sí sabemos por ejemplo que es más popular que cualquiera de sus rivales entre los hispanos o entre los afroamericanos. Dos grupos esenciales para cualquier demócrata que quiera ganar una carrera presidencial.

Sus dos adversarios con más posibilidades tienen algún problema añadido: Sanders recibió durante años el respaldo de la Asociación Nacional del Rifle y Biden ayudó a endurecer las leyes que llevaron a la cárcel a cientos de miles de afroamericanos en las últimas décadas. Ambos son detalles impopulares entre quienes suelen votar en las primarias demócratas a la Casa Blanca.

Como dice aquí Nate Silver, los votantes demócratas están divididos en tres grupos: los izquierdistas blancos, los moderados blancos y las minorías (hispanos y afroamericanos). Cada uno de esos grupos representa un tercio del electorado. Biden es una incógnita y Sanders sólo ha logrado apoyos en el primer grupo. La viabilidad de su candidatura dependerá de su habilidad para lograr apoyos entre los otros dos.

Eso no quiere decir que Hillary Clinton no sea una candidata vulnerable. Los negocios turbios de su esposo, su edad, su proximidad a Wall Street, la fatiga después de ocho años de Obama y sus titubeos en política doméstica ayudan a explicar el escaso entusiasmo que despierta su candidatura. Pero sigue siendo la aspirante con más posibilidades de hacerse con la candidatura demócrata en 2016. Es mucho más difícil saber quién será su rival.

Entretanto…

Donald Trump sigue liderando la carrera republicana por delante del neurocirujano Ben Carson, que ha recibido muchas críticas por unas palabras en las que mezclaba el Holocausto con la segunda enmienda. Marco Rubio se ha afianzado en el tercer puesto y ha suscitado varios artículos elogiosos pero algunos analistas han desconfiado de sus opciones al ver que en el tercer trimestre había recaudado la mitad en donaciones que su colega Ted Cruz.

Captura de pantalla 2015-10-11 a la(s) 14.01.21Y además…

La rebelión de los republicanos más conservadores en la Cámara de Representantes ha evocado esta semana los problemas del legendario ‘speaker’ demócrata Tip O’Neill, que sufrió para mantener unido a su grupo parlamentario seducido por la ofensiva de encanto del presidente Ronald Reagan. Este artículo de Martin Tolchin en 1981 explica muy bien sus tribulaciones y cuenta que O’Neill estuvo a punto de abandonar como ahora lo ha hecho John Boehner. No lo hizo para ayudar a su hijo Thomas P. O’Neill III, que había presentado su candidatura a gobernador de Massachusetts. No le sirvió de nada: su hijo no ganó.

    Eduardo Suárez

    Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez

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