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GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

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Eduardo Suárez

GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

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Eduardo Suárez

Por qué los americanos aman pero no votan a Biden

Octubre 18, 2015

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María Ramírez

Joe Biden en la gala de la orden de San Andrés Apostol en Nueva York./AP

Joe Biden en la gala de la orden de San Andrés Apostol en Nueva York./AP

Desde la fundación de Estados Unidos, 14 vicepresidentes se han convertido en presidentes. En ocho ocasiones ha sido por la muerte del presidente; en una, por su dimisión. Lo han conseguido cinco gracias a unas elecciones: John Adams, Thomas Jefferson, Martin Van Buren, Richard Nixon y George H. W. Bush. Pese a los fracasos de Al Gore, Walter Mondale o Dan Quayle, la tasa de éxito de los vicepresidentes es superior a la de los gobernadores o los congresistas que intentan llegar a la Casa Blanca.

La Constitución apenas le da al vicepresidente funciones más allá de suceder al presidente en caso de defunción o dimisión y votar en caso de empate en el Senado. La tradición de hacer algo más la empezó Richard Nixon, que le dio significado al cargo y se atrevió a ir más lejos que el presidente Eisenhower en los años 50, por ejemplo en la defensa de los derechos civiles. El papel del vicepresidente se ha consolidado desde entonces hasta el más poderoso de la historia, Dick Cheney, que dice ahora que le “encantaría” ver a Joe Biden presentarse a número uno.

Biden tiene buena imagen entre el electorado general: un 49% de las personas entrevistadas por Gallup dicen tener una opinión favorable del actual vicepresidente en comparación con el 37% que mantienen una desfavorable. Es su mejor resultado en años, aunque no su mejor marca en absoluto. El máximo de su popularidad lo alcanzó tras las elecciones de 2008, recién elegido y ensalzado por la estela de Barack Obama.

La evolución de la popularidad del vicepresidente Biden./GALLUP

La evolución de la popularidad del vicepresidente Biden./GALLUP

El presidente Obama ha repetido que una de sus mejores decisiones ha sido elegir a Biden como pareja ejecutiva en dos ocasiones. En su emotivo discurso en el funeral de Beau Biden, el presidente dijo: “Joe, eres mi hermano”. A Obama le temblaba la voz y se le saltaban las lágrimas.

La popularidad de Biden, su amplia experiencia y el apoyo de Obama juegan a su favor. Pero su propia experiencia demuestra que a Biden le cuesta traducir buena imagen en votos. En 1988, en su primera carrera presidencial, se tuvo que retirar por acusaciones de plagio (de un discurso de Neil Kinnock, líder laborista británico) y de exageración de su currículum. En 2008, cuando se presentó contra Hillary Clinton y contra Obama, Biden se retiró el 3 de enero, después de haber sacado menos del 1% de los votos en los cauces de Iowa.

Su entrada en la carrera sería ahora tardía. Al menos la historia electoral dice que los últimos en entrar en la campaña presidencial no suelen llegar lejos en la carrera por la Casa Blanca. Este ciclo ha empezado más tarde para los demócratas respecto a otros años por la presencia abrumadora de Clinton, pero Biden ya se ha perdido el primer debate y los líderes de la carrera llevan por delante 140 millones de dólares recaudados entre los dos.

Su imagen entrañable y sus chistes han hecho de Biden un político cercano, pero con una trayectoria humorística tal vez demasiado larga. Hay mucho material para un candidato a presidente sobre su gusto por los helados, sus excesos de cariño en público con mujeres desconocidas, sus meteduras de pata o sus coqueteos con Veep, una serie parodia de sus torpezas.

Ante los ojos de los demócratas más concienzudos con su voto, Biden tendría los mismos obstáculos que Clinton, incluso acrecentados: su edad, 72 años, y su dificultad para presentarse como algo nuevo en un momento de reticencias hacia Washington y sus instituciones. Todavía más que Clinton, tendría que defender los ocho años de Administración Obama en una campaña difícil sin el carisma del actual presidente.

Mientras tanto

Las encuestas indican una recuperación de Hillary Clinton tras el primer debate. Bernie Sanders todavía resiste y es posible que le haga pasar un mal trago en los primeros estados que marcan las primarias: Iowa y New Hampshire. Pero el tirón de Sanders más allá es muy dudoso.

En el frente republicano, Donald Trump sigue estando en primera posición, aunque las ganas de otro candidato ahora que la carrera se pone más seria se notan en el ascenso de los demás, en particular de Marco Rubio.

La cifra

88%. El porcentaje de donaciones de menos de 200 dólares que ha recibido Bernie Sanders el último trimestre. Es, junto a Donald Trump, el candidato que menos depende de las grandes fortunas ajenas.

Y además…

En 1900, Teddy Roosevelt quería presentarse a la reelección como gobernador de Nueva York. Pero los más conservadores entre los republicanos querían apartarlo porque molestaba con su lucha contra los monopolios. Una buena manera de colocarlo lejos era la vicepresidencia. Roosevelt decía entonces sobre el puesto: “Preferiría ser cualquier cosa, por ejemplo profesor de Historia, antes que vicepresidente”. Los suyos le empujaron y acabó presentándose junto a William McKinley, que desconfiaba de un político que consideraba demasiado “independiente”. En 1901, un anarquista asesinó a McKinley y Roosevelt se convirtió en el presidente más joven de la historia, con 42 años (sigue teniendo esa marca).

    María Ramírez

    Reportera y analista política de Univision Noticias. Nació en Madrid en 1977 y estudió Periodismo en la Universidad de Columbia con una beca Fulbright. Trabajó durante 15 años como corresponsal de El Mundo (España) en Nueva York, Milán y Bruselas. Fundó la web de innovación periodística #nohacefaltapapel y el diario El Español. Colabora con NY1 Noticias. Es autora de La Carrera: Retrato de 10 candidatos cuyo ascenso marca el futuro de América (2012) y Marco Rubio y la hora de los hispanos (Debate, 2016). @mariaramirezny

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