Hasta tres sondeos han situado a Donald Trump por delante de Hillary Clinton durante el mes de mayo y han avivado el miedo de quienes temen que el magnate neoyorquino llegue a la Casa Blanca. Es una hipótesis cada vez menos descabellada: Trump ha derrotado contra pronóstico a 16 adversarios en las primarias republicanas y está libre para lanzar sus dardos contra su adversaria, que por ahora debe librar una guerra en dos frentes mientras termina su lucha por la nominación. Y sin embargo esos sondeos no deberían llevar a engaño: lo más probable sigue siendo una derrota de Trump. A continuación enumero siete motivos por los que Clinton es aún la favorita de la carrera presidencial. 1. Sanders es un problema para Clinton Las primarias demócratas no han acabado: quedan nueve territorios por votar y 933 delegados por repartir. Según los cálculos de Associated Press, a la favorita le quedan apenas 74 delegados para alcanzar los 2.383 que le otorgarían el triunfo en la convención de Philadelphia. Es decir, es casi imposible que se le escape la nominación. La recta final sería irrelevante para Clinton si no fuera por la actitud beligerante de su adversario, que no suaviza su mensaje y sigue diciendo que el proceso de elección está amañado para que no gane un candidato como él. Envalentonado por sus triunfos en Oregon y West Virginia, Sanders quiere hacer una exhibición de fuerza antes del final de las primarias y ganar influencia en un partido al que ni siquiera pertenece como senador. Sanders dice a menudo que los sondeos le sitúan muy por delante de su adversaria. Lo que no dice es que...
Donald Trump se impuso con holgura en las primarias del estado de Washington. Pero hubo un 24% de los republicanos que votó por candidatos que ya habían abandonado la carrera y dejó el porcentaje del magnate neoyorquino por debajo del 77%. Ted Cruz logró un 10,1% de los votos. John Kasich, un 9,9%. Es cierto que la votación se hacía exclusivamente por correo y que en las papeletas estaban los nombres de los candidatos que se habían retirado. Pero es llamativo que algunos republicanos se resistan aún a votar por Trump. El millonario ganará los 44 delegados que otorgaba Washington. Pero aun así todavía le quedarán unas decenas para alcanzar los 1.237 delegados: la cifra mágica que le permitirá ser elegido en la primera votación de la votación de Cleveland. El adiós de Ted Cruz y de John Kasich dejó vía libre al candidato, que desde entonces ha empezado a cortejar a algunas figuras de la dirección republicana y se ha comprometido a recaudar fondos para senadores y congresistas que deben someterse este año a la reelección. El final de las primarias republicanas y la tenacidad de Bernie Sanders han potenciado los números de Trump y lo han colocado por primera vez en el promedio de sondeos. Un detalle que ha desatado las alarmas entre los partidarios de Hillary Clinton, que por ahora deben librar una guerra en dos frentes porque su adversario demócrata ha decidido aguantar hasta el final. Los votos que Cruz o Kasich siguen recibiendo en las primarias no les servirán de mucho en la convención. En Washington no ganaron ningún delegado y no parece probable...
La campaña de 2016 ha desafiado la historia electoral estadounidense. El candidato republicano en particular no encaja en la trayectoria de su partido de las últimas décadas. En 2004, se identificaba como demócrata y estuvo años registrado con ese partido, al que donaba habitualmente fondos. Sólo en 2012 volvió a ser oficialmente republicano. Pero ya no se trata de que Donald Trump defienda la seguridad social, muestre poco interés en la religión o respalde la acción de Planned Parenhood, posiciones chocantes para un republicano. Trump va más allá: sostiene argumentos que están a la izquierda de los actuales demócratas y cerca del populismo de algunos países europeos y latinoamericanos como España, Grecia o Venezuela. Sus posiciones más llamativas para un republicano en Estados Unidos lo empujan hacia políticos más a la izquierda de demócratas como Hillary Clinton o Barack Obama. Está en contra del libre comercio. Uno de los mensajes en los que Trump ha insistido más desde el principio de su campaña ha sido la crítica al libre comercio, una de las bases esenciales del capitalismo y también una de las políticas que tradicionalmente atacaban los demócratas más a la izquierda. Una de sus primeras propuestas electorales fue renegociar o romper con NAFTA, el acuerdo de libre comercio de Estados Unidos, Canadá y México que acordó George H.W. Bush y firmó Bill Clinton. Más republicanos que demócratas apoyaron aquel pacto. Trump también está en contra del acuerdo que negocia Estados Unidos con la Unión Europea, posición que comparte con partidos de izquierdas en Europa como Podemos, en España, sindicatos, organizaciones medioambientales y algunos demócratas como Bernie Sanders. “Los acuerdos...
El triunfo de Bernie Sanders en Oregon y en los condados mineros de Kentucky volvió a dejar en evidencia los puntos débiles de Hillary Clinton, que avanza cada vez más despacio hacia la nominación. La candidata ha encajado muchos golpes y ha perdido 21 estados: dos menos de los que perdió Barack Obama en 2008. Entonces Obama concluyó las primarias con menos votos que su adversaria. Un extremo que no ocurrirá este año salvo que Sanders arrase en California o en New Jersey, dos estados que se antojan propicios para la favorita y que sellarán su triunfo en la pugna demócrata de 2016. Quedan 933 delegados por repartir y a Clinton sólo le quedan 92 para alcanzar la cifra mágica que la coronaría como candidata si contamos los llamados superdelegados, figuras de la dirección demócrata que estarán en Philadelphia y que la votarán por ella en la convención. Y sin embargo su adversario no deja de ganar primarias en lugares tan distantes como Oregon, Rhode Island o West Virginia. ¿Por qué muchos demócratas siguen apostando por Sanders? ¿Puede ser este sprint final un problema para su adversaria? ¿Son los triunfos de Bernie una buena noticia para Trump? Para responder a estas preguntas algunos citan el ejemplo de las primarias demócratas de 2008. Pero es más útil volver la mirada hasta 1976. Entonces los republicanos encararon unas primarias con un desenlace similar. Gerald Ford había heredado la presidencia después de la dimisión de Richard Nixon y debía refrendar su mandato en las urnas. Ford era un político mucho más endeble que Hillary Clinton. Al contrario que otros presidentes, no ejerció como senador o gobernador antes...
En su discurso de la graduación en Rutgers University, en New Jersey, el presidente Barack Obama se quejó este domingo de los “buenos viejos tiempos”. La nostalgia del pasado está en los mensajes de los tres candidatos que quedan en la carrera presidencial de este año, Donald Trump, Hillary Clinton y Bernie Sanders. Los tres nacieron en los años 40 y los tres evocan a menudo un mundo que ya no existe. La campaña de 2016 tiene toques vintage, con fotos en blanco y negro de Hillary Clinton con su familia de niña, de Bernie Sanders arrastrado por la policía en protestas de los años 60 o de Donald Trump con sus clásicos de Wall Street en los 80. “Si escucháis a alguien echando de menos los buenos viejos tomadlo con reservas… Es parte de la naturaleza humana, especialmente en tiempos de cambio e incertidumbre, querer mirar hacia atrás y desear un pasado imaginario donde todo funcionaba, y la economía iba muy bien, y todos los políticos eran sabios, todos los niños eran educados y Estados Unidos hacía lo que quería en el mundo”, dijo Obama ante unos 50.000 estudiantes. “Adivinad qué. No era así. Los buenos viejos tiempos no eran tan buenos”. El presidente ofreció su propia experiencia. Él se graduó en 1983, cuando los índices de crimen, discriminación de negros y latinos o embarazos adolescentes eran más altos que ahora y la presencia de las mujeres en el mundo del trabajo o la esperanza de vida eran más bajos. El candidato que habla más abiertamente de la recuperación de un pasado difícil de encontrar es Trump. Su...
Las primarias que ahora concluyen se han llevado por delante un puñado de ideas preconcebidas sobre el proceso electoral en Estados Unidos. A continuación hago una lista de las cosas que muchos dimos por hecho y que fueron ciertas hasta que dejaron de ser verdad. 1. Un Bush nunca pierde Muchos analistas creyeron que Jeb Bush sería el candidato republicano. N0 sólo por el poder que sigue ejerciendo su familia. También por la impresión de que el partido debía encontrar un aspirante con experiencia de gobierno capaz de medirse a Hillary Clinton en la carrera presidencial. El desplome de Bush fue el fruto de la irrupción de Trump pero también de sus propios errores. El candidato llevaba una década fuera de la política y nunca llegó a conectar con los votantes republicanos, que habían girado a la derecha desde que dejó de ser gobernador. Tampoco midió bien la amenaza que suponía Marco Rubio, que laminó su campaña en este debate del otoño y le obligó a librar una guerra en dos frentes: contra él y contra Trump. Su hermano George W. Bush es aún popular entre un sector de la población. Pero Jeb construyó su discurso y su campaña a espaldas de su legado, ofreciendo una impresión contradictoria sobre uno de sus grandes activos: su pertenencia a una de las dinastías más poderosas del país. Sólo al final rescató a su madre y a su hermano en New Hampshire y Carolina del Sur. Ya era demasiado tarde para ganar. 2. Es clave tener un super-PAC El dinero siempre ha sido un ingrediente fundamental en las campañas presidenciales. Pero más aún desde la sentencia del Supremo sobre Citizen United, que impide al Gobierno...