Los viejos buenos tiempos: cómo las campañas de Trump y Clinton miran al pasado (y se equivocan)
Mayo 16, 2016
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En su discurso de la graduación en Rutgers University, en New Jersey, el presidente Barack Obama se quejó este domingo de los “buenos viejos tiempos”. La nostalgia del pasado está en los mensajes de los tres candidatos que quedan en la carrera presidencial de este año, Donald Trump, Hillary Clinton y Bernie Sanders. Los tres nacieron en los años 40 y los tres evocan a menudo un mundo que ya no existe.
La campaña de 2016 tiene toques vintage, con fotos en blanco y negro de Hillary Clinton con su familia de niña, de Bernie Sanders arrastrado por la policía en protestas de los años 60 o de Donald Trump con sus clásicos de Wall Street en los 80.
“Si escucháis a alguien echando de menos los buenos viejos tomadlo con reservas… Es parte de la naturaleza humana, especialmente en tiempos de cambio e incertidumbre, querer mirar hacia atrás y desear un pasado imaginario donde todo funcionaba, y la economía iba muy bien, y todos los políticos eran sabios, todos los niños eran educados y Estados Unidos hacía lo que quería en el mundo”, dijo Obama ante unos 50.000 estudiantes. “Adivinad qué. No era así. Los buenos viejos tiempos no eran tan buenos”.
El presidente ofreció su propia experiencia. Él se graduó en 1983, cuando los índices de crimen, discriminación de negros y latinos o embarazos adolescentes eran más altos que ahora y la presencia de las mujeres en el mundo del trabajo o la esperanza de vida eran más bajos.
El candidato que habla más abiertamente de la recuperación de un pasado difícil de encontrar es Trump. Su eslogan “Make America Great Again” es un recordatorio continúo de que hay que volver hacia atrás para que Estados Unidos recupere algo que ha perdido. También es el candidato que habla incluso de recuperar la parte más violenta del pasado. Contra las mujeres, los latinos o los que protestan.
El candidato republicano a la Casa Blanca utilizó la expresión “the good old days” para pedir que se utilizara la violencia contra una persona que protestaba en uno de sus mítines. “En los buenos viejos tiempos, la policía actuaba mucho más deprisa que esto. Mucho más. En los buenos viejos tiempos, les arrancarían de esa silla tan rápido”, dijo en febrero en Oklahoma City.
Para conseguir ese pasado idealizado, Trump se va mucho más lejos de los años 40 en los que nació él. Aboga por el proteccionismo del siglo XIX, cuando el Gobierno llegó a prohibir la entrada de todos los trabajadores chinos en Estados Unidos. Defiende la retirada de tratados como NAFTA y el nuevo acuerdo comercial que Washington lleva años negociando con la Unión Europea. Pide acabar con cualquier medida de apoyo a las mujeres. Y echar a los inmigrantes económicos y refugiados políticos.
Pero más allá del caso más extremo, Hillary Clinton y Bernie Sanders también miran hacia el pasado. Sanders es el más claro en su crítica a los acuerdos comerciales, pero Clinton ha cambiado el mensaje y pide “reajustes” en NAFTA, un pacto que firmó su marido cuando era presidente y que hasta ahora ella siempre había apoyado.
Clinton es la que más se ha movido hacia esa posición proteccionista igual que la opinión pública de Estados Unidos.
Aunque la mayoría de los americanos no tiene una opinión formada sobre acuerdos específicos comerciales, cuando se hacen encuestas con disyuntivas concretas sobre la relación comercial con otros países, el resultado es un electorado muy suspicaz con el exterior.
El resultado a la pregunta que hizo Bloomberg en marzo es muy revelador: “Dentro de Estados Unidos, ¿prefiere usted una empresa estadounidense que cree 1.000 trabajos o una empresa china que cree 2000?” El 68% prefiere una americana con menos empleos; el 23% se queda con la china.
También Clinton y Sanders prometen recuperar la industria manufacturera en Estados Unidos, uno de los símbolos clásicos de aquel tiempo pasado en el que supuestamente todo iba mejor.
Desde los años 50, los empleos industriales, no agrícolas, han bajado del 24% al 8,5% de la fuerza laboral en Estados Unidos. El fenómeno es igual de imparable que el del desliz de la agricultura e igual de común en todos los países desarrollados.
Clinton reprochaba a Sanders en Kentucky este domingo no haber votado a favor del rescate de la industria automovilística estadounidense. Pero la protección de la industria más tradicional también es un intento de proteger algo que está cambiando. La competencia global y la evolución hacia otro tipo de autos e incluso de modelo más compartido con servicios como Uber, Car2Go o Zipcar han cambiado el sector. Incluso en la recuperación de las ventas, las tres grandes de Detroit tienen menos cuota de mercado y están teniendo que cambiar el modelo.
El mensaje del pasado ideal es especialmente eficaz para los desencantados y más mayores que suelen votar en las primarias de cada partido. También puede funcionar para los más movilizados en las generales.
Pero la retórica es peligrosa en las elecciones generales. Por ejemplo, según los propietarios de pequeños negocios, habitualmente los más presionados por los impuestos y los altibajos de la economía, los candidatos no están prestando atención a los asuntos que más les preocupan. Están entre los segmentos de la población que más siguen la campaña y que ahora están decepcionados porque no escuchan hablar de impuestos y regulaciones, sus grandes prioridades, según Gallup.
Este año, el candidato más obsesionado con el futuro y con dar un mensaje optimista era el senador republicano Marco Rubio, que tuvo que retirarse el 15 de marzo después de perder las primarias en su propio estado, Florida. “Puede que éste no sea un año para un mensaje de esperanza y optimismo”, dijo en su discurso de retirada en Miami después de la derrota.
El cortejo en tiempos de primarias a los más desencantados puede funcionar, pero incluso en los peores años de la crisis el electorado general ha conservado el espíritu de optimismo estadounidense. Los votantes han cambiado igual que el mercado laboral. Y fiarse de los más activistas y los más fieles, los que votan en las primarias, es cada vez más incierto. La identificación por partidos está en mínimos, sobre todo para los republicanos. El votante medio, el 44%, prefiere definirse como “independiente”, según Gallup.
Así la apuesta hacia el pasado es arriesgada. Especialmente para candidatos que tienen menos aceptación de la normal a estas alturas de una campaña. Tanto Trump como Hillary sufren un récord de impopularidad raro entre los favoritos de los partidos. El más popular es ahora el presidente Obama. Su nivel de aprobación está al nivel de Ronald Reagan en el mismo punto de su segundo mandato.
El domingo en New Jersey el presidente le dio un consejo a los graduados y a los políticos que compiten por ocupar su puesto. “El cambio ha sido una constante de nuestra historia y la razón por la que Estados Unidos está mejor es porque no miramos hacia atrás”.
María Ramírez
Reportera y analista política de Univision Noticias. Nació en Madrid en 1977 y estudió Periodismo en la Universidad de Columbia con una beca Fulbright. Trabajó durante 15 años como corresponsal de El Mundo (España) en Nueva York, Milán y Bruselas. Fundó la web de innovación periodística #nohacefaltapapel y el diario El Español. Colabora con NY1 Noticias. Es autora de La Carrera: Retrato de 10 candidatos cuyo ascenso marca el futuro de América (2012) y Marco Rubio y la hora de los hispanos (Debate, 2016). @mariaramirezny