logo-pol16

GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

foto-maria

por:

&

foto-eduardo

Eduardo Suárez

GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

foto-maria

por:

&

foto-eduardo

Eduardo Suárez

Sanders debe pensar qué hacer después de la derrota: ¿Actuará como Ford en 1980 o como Reagan en 1976?

Mayo 18, 2016

|

Eduardo Suárez

Sanders debe pensar qué hacer después de la derrota: ¿Actuará como Ford en 1980 o como Reagan en 1976?

 

El triunfo de Bernie Sanders en Oregon y en los condados mineros de Kentucky volvió a dejar en evidencia los puntos débiles de Hillary Clinton, que avanza cada vez más despacio hacia la nominación. La candidata ha encajado muchos golpes y ha perdido 21 estados: dos menos de los que perdió Barack Obama en 2008. Entonces Obama concluyó las primarias con menos votos que su adversaria. Un extremo que no ocurrirá este año salvo que Sanders arrase en California o en New Jersey, dos estados que se antojan propicios para la favorita y que sellarán su triunfo en la pugna demócrata de 2016.

Captura de pantalla 2016-05-18 a las 13.12.43

Quedan 933 delegados por repartir y a Clinton sólo le quedan 92 para alcanzar la cifra mágica que la coronaría como candidata si contamos los llamados superdelegados, figuras de la dirección demócrata que estarán en Philadelphia y que la votarán por ella en la convención. Y sin embargo su adversario no deja de ganar primarias en lugares tan distantes como Oregon, Rhode Island o West Virginia. ¿Por qué muchos demócratas siguen apostando por Sanders? ¿Puede ser este sprint final un problema para su adversaria? ¿Son los triunfos de Bernie una buena noticia para Trump?

Para responder a estas preguntas algunos citan el ejemplo de las primarias demócratas de 2008. Pero es más útil volver la mirada hasta 1976. Entonces los republicanos encararon unas primarias con un desenlace similar. Gerald Ford había heredado la presidencia después de la dimisión de Richard Nixon y debía refrendar su mandato en las urnas.

Ford era un político mucho más endeble que Hillary Clinton. Al contrario que otros presidentes, no ejerció como senador o gobernador antes de llegar a la Casa Blanca. Su único logro electoral fue ganar su pequeño distrito de Michigan durante dos décadas y desde el principio quedó claro que el cargo le quedaba grande. Nunca fue un buen orador.

Ford era un político preparado y capaz de negociar con sus adversarios.  Pero sus puntos débiles quedaron al descubierto con la irrupción en la carrera de Ronald Reagan, que había ejercido durante ocho años como gobernador de California y tenía todo lo que no tenía su rival: gozaba del aura de una estrella de Hollywood, sabía contar una buena historia y se presentaba como el abanderado de los republicanos más conservadores y de la regeneración después del Watergate.

La derecha republicana nunca percibió a Ford como uno de los suyos y enseguida se entregó a Reagan, al que este discurso a favor del candidato Barry Goldwater en 1964 había convertido en un ídolo conservador. En sus propuestas no siempre cuadraban los números y en algunos asuntos no podía competir con un presidente en ejercicio. Pero su popularidad era tal entre las bases que estuvo a punto de ser el candidato republicano en 1976.

María Ramírez detalla aquí cómo Ford se las arregló para ganar la candidatura republicana en la convención abierta de Kansas City pero es aún más interesante ver lo que ocurrió después. Al fin y al cabo, es posible dibujar algunos paralelismos entre las dos campañas. Al igual que Hillary Clinton, Ford era un candidato impopular y poco carismático. Al igual que Sanders, Reagan era un buen orador y una leyenda para los simpatizantes más escorados del partido, que lo veneraban como a una estrella de rock.

Según explica aquí el periodista Lou Cannon, Reagan apenas ayudó a Ford en su lucha contra Jimmy Carter. Expresó su apoyo a regañadientes, se negó a participar en la campaña y apareció una sola vez con el presidente en un evento gélido que se celebró en Beverly Hills. Reagan se negó a hacer campaña en estados sureños como Mississippi, que Carter ganó por la mínima y que podían haber dado el triunfo a Ford.

Gerald Ford durante la convención de 1976 en Kansas City./Fundación Ford

Gerald Ford durante la convención de 1976 en Kansas City./Fundación Ford

Cannon dice que Ford murió creyendo que la frialdad de Reagan le había dejado fuera de la Casa Blanca y explica luego por qué: “Ford pidió a Reagan que hiciera campaña por él en cuatro estados sureños y Reagan alegó problemas de agenda. En uno de esos estados (Mississippi) Carter ganó por menos de 15.000 votos. Reagan, que era popular allí, pudo haber marcado la diferencia. En cualquier caso, su presencia habría eximido a Ford de pasar tanto tiempo en la región natal de Carter y le habría permitido hacer campaña en Ohio, que perdió por apenas 11.000 votos. Si Ford hubiera ganado Ohio y Mississippi, habría sido elegido”.

Algunos aconsejaron a Ford que eligiera a Reagan como aspirante a la vicepresidencia pero las heridas de las primarias estaban aún demasiado frescas y a ninguno de los dos les gustaba esa opción. “Ford no quería a Reagan en el ticket y Reagan no quería estar”, desveló hace unos años Dick Cheney, entonces asesor presidencial. “Muchos creían que habría sido la mejor combinación posible: pero habían competido tan duro durante las primarias que esa combinación era casi imposible”.

Ford eligió al senador Bob Dole con el objetivo de frenar a Carter en los estados sureños pero no sirvió de mucho. Su campaña nunca tuvo la energía necesaria para ganar en un momento en el que el país necesitaba un cambio profundo después de los años convulsos de Vietnam y de las dimisiones del Watergate.

Cuatro años después, Ford sí defendió a Reagan en varios actos de campaña y le ayudó a conquistar a los republicanos más moderados, que no se fiaban de un político al que consideraban demasiado conservador. Sin rencor aparente, Ford dijo que lo hacía porque creía que Reagan sería mejor presidente que Carter, al que en cambio le unió siempre una buena amistad.

Según explican aquí, el entorno de Reagan llegó a sopesar ofrecerle a Ford la vicepresidencia pero enseguida quedó claro que era imposible convertir a un ex presidente en un actor de reparto y optaron por George H. W. Bush.

La batalla republicana de 1976 ofrece algunas lecciones para el desenlace de las primarias demócratas de este año. La presencia de Sanders podría ayudar a Clinton en estados como Michigan o Wisconsin, donde la candidata demócrata ha pinchado este año y donde podría triunfar el discurso proteccionista de Trump. Un respaldo tibio de Sanders, en cambio, podría dejar en casa a millones de jóvenes que se han creído las soflamas en las que presentaba a su adversaria como una corrupta y decía que el sistema estaba amañado a su favor.

El entorno de Clinton empieza a comparar a Sanders con el ecologista Ralph Nader, cuya candidatura por libre entregó la presidencia a George W. Bush en noviembre de 2000. Pero su objetivo debería ser empezar a camelarse al candidato y ganar un respaldo rotundo antes de la convención. Al contrario que Reagan, Sanders no tiene ambiciones presidenciales pero sí ganas de moldear el programa ideológico del partido, apoyando quizá a candidatos progresistas o haciendo campaña contra la desigualdad.

El senador aún no ha definido qué papel adoptará después de las primarias. ¿Actuará como Gerald Ford en 1980 o como Ronald Reagan en 1976? De la respuesta a esa pregunta podría defender el futuro de Clinton, que debe unir a los demócratas para frenar el avance de Trump.

    Eduardo Suárez

    Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez

    Ir al inicio