Articulos, Destino 2016, Elecciones de 2016
Donald Trump ha sugerido este martes que no apoyará a Paul Ryan, el speaker de la Cámara de Representantes, en sus primarias republicanas para mantener el puesto. “Todavía no estoy allí”, dijo Trump al Washington Post utilizando la expresión que empleó Ryan mientras decidía si respaldar o no al aspirante a la Casa Blanca. En el caso del senador John McCain, ya ha dicho que no le apoyará en Arizona. A la senadora Kelly Ayotte la ha llamado “desleal”. Los tres salieron a defender de los ataques de Trump a la familia de Humayun Khan, el soldado que murió en la guerra de Irak y cuyos padres participaron en la convención demócrata. Pero ninguno de los tres le retiró su apoyo al candidato republicano a la Casa Blanca. Siempre lejos Trump nunca ha estado cerca de los miembros de la Cámara de Representantes y el Senado de su partido. Su última visita al Capitolio terminó con un intercambio de reproches. ¿Puede hacerles daño mutuamente esta nueva ruptura? Trump ganó las primarias republicanas sin el apoyo de ningún congresista o gobernador republicano. El aspirante a la Casa Blanca, por su parte, apenas ha respaldado miembros del que ahora es su partido. La única congresista a la que Trump apoyó, Renee Ellmers, de Carolina del Norte, perdió sus primarias por 30 puntos. Lo que atrae de Trump a parte de los electores es que no es político y no está rodeado de ellos. Pero esa distancia tiene consecuencias. Así en la convención republicana no había ningún gobernador, ex presidente o figura de peso para hablar sobre el candidato. No fueron...
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La regla número 9 del partido republicano lleva años intacta. Se refiere a cómo “llenar las vacantes en las nominaciones”, es decir qué hacer para sustituir a un candidato a presidente o a vicepresidente si es necesario. El artículo dice que la responsabilidad recae sobre el comité nacional republicano y contempla tres supuestos: “muerte, dimisión u otra cosa” (“otherwise”) del candidato republicano a presidente o a vicepresidente una vez elegidos por la convención. No hay ningún precedente en ninguno de los dos partidos en los que se haya sustituido al candidato a presidente ni se hayan tenido que afrontar circunstancias extremas entre la convención y las elecciones. Pero la peculiaridad de estas elecciones hace que ni los supuestos más raros sean ya impensables. Sobre todo cuando Trump está violando tantos principios del comportamiento básico en la democracia de Estados Unidos. Las declaraciones de Donald Trump contra los padres de un soldado muerto en la guerra de Irak han indignado a gran parte de su partido. Paul Ryan, Mitch McConnell, John McCain, Jeb Bush, Nikki Haley e incluso el candidato a vicepresidente Mike Pence han salido a defender a la familia de Humayun Khan, en algunos casos criticando abiertamente a Trump. Personas próximas a McCain (su nieta) o a Bush (una de sus principales asesoras) ya han dicho que votarán por Hillary Clinton el 8 de noviembre. “Otra cosa” El movimiento dentro de los republicanos del grupo Never Trump intentó su última ofensiva en la convención republicana y ahora la mayoría de sus miembros dicen que no queda nada por hacer contra el candidato oficial. Sin embargo, en...
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En el escenario de la convención demócrata un grupo de actores de Broadway cantaron Love, Sweet Love pasándose el micrófono de unos a otros. En la republicana, se contaban los detalles de miembros mutilados en atentados. En Filadelfia, las madres de jóvenes afroamericanos muertos por la violencia callejera o la discriminación hablaban de paz. En Cleveland, la madre de un muerto en Bengasi en 2012 pedía que fue Hillary Clinton fuera encarcelada. El tono La diferencia más visible entre las dos convenciones ha estado en el mensaje básico. Es habitual que el partido en la oposición pinte un retrato más negativo de las circunstancias actuales, pero siempre incluye una promesa más optimista, al estilo de lo que hizo Mitt Romney en 2012 o de lo que intentó Marco Rubio este año en las primarias republicanas. Pero el contraste este año entre ambos partidos es más extremo. De un lado, la campaña de Trump insistió en una visión lúgubre con pocas soluciones: un mundo donde los inmigrantes son violadores y atropellan niños, los trabajadores blancos pierden sus empleos por la competencia del exterior, Estados Unidos paga la defensa de lugares lejanos que no le interesan y las vidas de los ciudadanos corrientes están en constante peligro por la violencia en las calles y los terroristas que el Gobierno ignora. “Éste es el legado de Hillary Clinton: muerte, destrucción y debilidad”, dijo Trump. Del otro lado, los demócratas mostraron un panorama en que los inmigrantes trabajan y triunfan, las comunidades discriminadas son un ejemplo de esfuerzos para construir un lugar mejor para todos y las mujeres juntas logran romper el techo...
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El discurso de Michelle Obama del lunes pasará a la historia de la convenciones. Sus palabras emocionaron en Filadelfia fuera y dentro del pabellón. “No había nadie con los ojos secos. Lloraban hombres y mujeres”, dice Barbara Perkins, delegada de California y presidenta de una organización internacional de mujeres negras en Washington. Unas horas después, en la reunión del caucus de mujeres del martes, el efecto Michelle sigue durando. Las asistentes repiten en coro algunas de las frases del discurso de la primera dama: “Cuando caen bajo, nosotros apuntamos hacia arriba”, dicen a la vez. Madeleine Albright, la ex secretaria de Estado, o Donna Brazile, la nueva presidenta del partido, provocan los aplausos con la mención del discurso. La primera dama ha dado ya tres discursos en convenciones, pero éste es tal vez el más eficaz para el partido y el país en una campaña difícil. Éstas son algunas claves de por qué su discurso funcionó tan bien. El tono personal. Michelle habló de sus hijas con detalles íntimos y con un toque de la ironía que comparte con su marido. Arrancó las primeras risas de la noche al contar el primer día que las mandó al colegio con el servicio secreto. “Nunca olvidaré aquella mañana de invierno mientras miraba a nuestras niñas, de sólo siete y diez años, en aquellos todoterreno negros con todos aquellos enormes hombres con pistolas. Vi sus pequeñas caras contra el cristal y la única cosa que pensé fue, ‘¿Qué hemos hecho?'” “Tiene una capacidad increíble de personalizar las cosas cuando habla y hace que identifiques con ella. No parece ser la primera dama,...
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Este lunes, Paul Manafort, el jefe de la campaña de Donald Trump, dijo que la convención en Cleveland tenía cuatro objetivos. Se trataba de mostrar “quién es Donald Trump, la persona, no sólo el candidato”; enseñar los “fallos” de la Administración Obama como un “procesamiento de los años de Obama-Clinton”; retratar “los problemas de personalidad y liderazgo” de Hillary Clinton, y unificar el partido. Este año la convención está más lejos que lo habitual de la fecha de la votación con lo que las posibilidades de que tenga un impacto directo en el resultado son más bajas. Pero este momento de atención suele ser una oportunidad para que los votantes menos interesados en política tengan una primera impresión de qué les está ofreciendo un partido. La convención republicana de este año ha sido, sin duda, una de las más turbulentas en décadas. No es habitual ver cómo la campaña reconoce que la aspirante a primera dama plagió frases de la ocupante del puesto y del partido contrario. Como tampoco lo es que no acudan los principales líderes del partido o el gobernador del estado donde se celebra. Ni que el candidato tenga un 30% de votos en contra en la nominación formal o que su ex rival se niegue a pedir el voto para él y sea abucheado. Pero más allá del ruido, ¿ha conseguido Manafort alguno de sus objetivos? Trump, la persona El jefe de campaña contaba como algo extraordinario el intento de trazar un retrato más íntimo del candidato, pero en realidad ése es una de las razones de ser de las convenciones. Hace cuatro años, la campaña...
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Mike Pence salió al escenario sólo unos minutos después de que Ted Cruz hubiera sido jaleado por los suyos y abucheado por los seguidores de Donald Trump por no apoyar formalmente al candidato. En los pasillos de la convención aún se cruzaban acusaciones delegados de los dos bandos cuando al gobernador de Indiana le tocó aparecer. Lo presentó Paul Ryan, el speaker de la Cámara de Representantes y el republicano que ha intentado adoptar el papel paternal de unificador en Cleveland. “Soy cristiano, conservador y republicano. Por ese orden”, dijo Pence para darse a conocer. Ésas son las características con las que espera conquistar a parte de los enfadados seguidores de Cruz. Presentó a su madre, católica de origen irlandés y que estaba en la convención, y alabó a su esposa, que colaboró en su conversión del catolicismo al cristianismo evangélico. La parte personal de su relato fue acogida con entusiasmo por los delegados. También intentó humanizar a Trump, uno de los objetivos de la convención, alabando a sus hijos. “No puedes fingir buenos niños”, dijo Pence. El candidato a vicepresidente tiene un perfil ideológico y político tradicional. Era presentador de un programa de radio conservador en Indiana y se llamaba a sí mismo “Rush Limbaugh con descafeinado”. Pero no es conocido por sus declaraciones excesivas y tampoco es un outsider de Washington. Estuvo 12 años en la Cámara de Representantes. Sus votaciones indican que es el candidato a vicepresidente más conservador en décadas. Desde 2012, es gobernador de Indiana, donde sustituyó a Mitch Daniels, un republicano moderado cuya obsesión era mejorar la economía y que sonó como...