Por qué funcionó tan bien el discurso de Michelle Obama
Julio 26, 2016
|El discurso de Michelle Obama del lunes pasará a la historia de la convenciones. Sus palabras emocionaron en Filadelfia fuera y dentro del pabellón.
“No había nadie con los ojos secos. Lloraban hombres y mujeres”, dice Barbara Perkins, delegada de California y presidenta de una organización internacional de mujeres negras en Washington.
Unas horas después, en la reunión del caucus de mujeres del martes, el efecto Michelle sigue durando. Las asistentes repiten en coro algunas de las frases del discurso de la primera dama: “Cuando caen bajo, nosotros apuntamos hacia arriba”, dicen a la vez.
Madeleine Albright, la ex secretaria de Estado, o Donna Brazile, la nueva presidenta del partido, provocan los aplausos con la mención del discurso. La primera dama ha dado ya tres discursos en convenciones, pero éste es tal vez el más eficaz para el partido y el país en una campaña difícil. Éstas son algunas claves de por qué su discurso funcionó tan bien.
El tono personal.
Michelle habló de sus hijas con detalles íntimos y con un toque de la ironía que comparte con su marido. Arrancó las primeras risas de la noche al contar el primer día que las mandó al colegio con el servicio secreto. “Nunca olvidaré aquella mañana de invierno mientras miraba a nuestras niñas, de sólo siete y diez años, en aquellos todoterreno negros con todos aquellos enormes hombres con pistolas. Vi sus pequeñas caras contra el cristal y la única cosa que pensé fue, ‘¿Qué hemos hecho?'”
“Tiene una capacidad increíble de personalizar las cosas cuando habla y hace que identifiques con ella. No parece ser la primera dama, sino una mujer como tú, con hijos. Tiene la capacidad de conectar contigo de manera íntima y personal. La voy a echar de menos. No quería que dejara de hablar”, dice Carol Trotman, voluntaria de Hillary Clinton en Pensilvania. Han pasado ya unas horas, pero se anima al hablar de discurso mientras le bailan los pendientes con la forma de Trinidad, su país de origen.
Michelle Obama habló a menudo desde la perspectiva de sus hijas: cómo ha sido verlas crecer en la Casa Blanca, cómo les han tenido que explicar los insultos más crueles contra su padre y cómo las elecciones marcan su futuro.
También tenía un toque personal la manera de contar cómo afecta a su familia el tono agresivo de Donald Trump. Explicó que ella y su marido repiten ante Malia y Sasha que “el lenguaje del odio que escuchan en la televisión de figuras públicas no representa el verdadero espíritu de este país” y que “cuando alguien es cruel, o actúa como un abusón, no tienes que bajarte a su nivel”. “Nuestro lema es: cuando caen bajo, apuntamos hacia arriba”, dijo en una de las frases más repetidas ahora.
También habló de otros niños que han visto a su familia como un ejemplo y volvió a bromear sobre “aquel pequeño niño negro que miró a mi marido y, con los ojos llenos de esperanza, le preguntó: ‘¿mi pelo es como el tuyo?’”
El poder de la mujer.
Pese a que es Hillary Clinton quien puede coger la bandera feminista, Michelle Obama fue quien más consiguió unir el lunes por la noche a las mujeres como modelo. Muchas destacan su autenticidad en el discurso y en estos años en la Casa Blanca.
“Es un ejemplo perfecto para cualquier mujer”, dice Barbara Perkins, delegada de California y presidenta de una asociación internacional de mujeres negras con sede en Washington. “Su discurso confirmó que cuando levantamos la cabeza como mujeres y estamos concentradas, cuando el momento llega, no hay nada más que hacer que coger el micrófono. Demostró que pase lo que pase a tu alrededor, puedes seguir estando cómoda en tu propia piel y brilllar”.
“Michelle Obama es una mujer muy impresionante. Ha conseguido muchos logros en la vida. Y ha elegido buenas causas, como la ayuda a las familias de los militares o la comida sana, que son asuntos importantes”, dice Laura Robbins. “Explicó bien lo importante que será tener una mujer presidenta”, comenta también su marido, Tony Regenstreif. Han venido desde California con sus tres hijos. A su hija mayor, Sophie, le cuentan lo excepcional de que haya una mujer presidenta.
El mensaje optimista.
En una campaña de insultos y tras una jornada de abucheos en la convención demócrata, Michelle Obama trajo el primer mensaje que quería la campaña de Hillary Clinton: el de la unidad en busca de un país mejor. La primera dama sonrió mucho, saludó desde el escenario y enfatizó las palabras más positivas sobre cómo ha cambiado el país.
“No dejéis que nadie os diga que este país no es grande, que de alguna manera hay que hacerlo grande otra vez. Porque éste es, ahora mismo, el mejor país del planeta”, dijo en claro contraste con el oscuro mensaje de Trump en su convención en Cleveland.
La crítica con elegancia.
La primera dama no mencionó a Donald Trump por su nombre, pero se refirió de manera indirecta a sus palabras y a su actitud varias veces para contrastarlas con las de Hillary Clinton.
“Quiero a alguien que entienda este trabajo y que se lo tome en serio. Alguien que entienda que los asuntos que afronta el presidente no son cuestión de blanco o negro y no se pueden resolver en 140 caracteres”, dijo en referencia a los tuits de Trump. “Ya que tienes los códigos nucleares al alcance de la mano, no puedes tomar decisiones improvisadas. No puedes tener la piel fina o una tendencia a irritarte. Tienes que ser estable, comedido y bien informado”.
“Fue el mejor discurso de la noche. Mostró cuánta dignidad y clase tienen el presidente y la primera dama”, dice Kathleen Lee, voluntaria de un grupo de asiático-americanos a favor de Clinton en Nueva York. “Fue una noche muy emotiva”. “Mi parte favorita fue cómo mostró un contraste muy fuerte entre Trump y Hillary sin ni siquiera mencionar el nombre de Trump. Tiene mucha clase. Y estuvo bien que no insultara a nadie, que no fuera dura”, dice. “A todo el mundo le encantó la parte de cómo Estados Unidos ya es un gran país”.
La defensa de la antigua enemiga.
Durante las primarias de 2008, Michelle Obama sufrió especialmente la inmersión en política. Entonces huía de los focos y tuvo malas experiencias tanto hacia dentro de la campaña como hacia afuera. Le dolieron los ataques de los Clinton a su marido, especialmente de Bill.
La relación con la prensa, con las campañas y con los Clinton ha mejorado en sus años en la Casa Blanca y el lunes por la noche se entregó a la causa de Hillary con una pasión sin rencor. Su mensaje también iba dirigido hacia los seguidores de Bernie Sanders, que no se atrevieron a abuchear a la popular Michelle.
“Cuando no ganó la candidatura hace ocho años, no se enfadó o se desilusionó. Hillary no hizo las maletas y se fue a casa. Porque es una auténtica servidora pública, Hillary sabe que esto es mucho más grande que sus propios deseos y decepciones. Dio un paso al frente para servir a su país una vez más como secretaria de Estado y se puso a viajar por todo el mundo para hacer que nuestros hijos estén a salvo”, dijo la primera dama entre aplausos. También pronunció el lema de la campaña con decisión: “I’m with her”.
A Carol Trotman, la activista de Pensilvania, le gusta que llamara a Hillary Clinton “amiga”. “Fue muy convincente para quienes dudan sobre Hillary. La humanizó. Hizo una analogía con los Clinton y Chelsea. Es un buen argumento. Puedes medir a la gente por sus hijos”. “Conseguiremos más apoyo para Hillary si la humanizamos. Michelle Obama ayudó mucho con su discurso”
El símbolo.
El momento más emotivo fue cuando Michelle Obama aludió al significado de ser afroamericana y vivir en la Casa Blanca. Unió el simbolismo del primer negro con el de la primera mujer.
El éxito del párrafo fue su sutileza y una vez más los detalles personales. Se le quebró la voz mientras cientos de personas lloraban de la emoción a su alrededor.
Dio las gracias a la generación que la había llevado a ese escenario, la “que sintió el látigo de la esclavitud, la vergüenza de la servidumbre”. “Pero que siguió luchando y haciendo lo que había que hacer para que yo me levante cada mañana en una casa que fue construida por esclavos, y mire a mis hijas, dos mujeres jóvenes negras guapas e inteligentes, jugando con sus perros en el jardín de la Casa Blanca”, dijo en una frase clave que ya utilizó este año en un discurso de graduación. “Y gracias a Hillary Clinton, mis hijas, y todos nuestros hijos, ahora dan por descontado que una mujer puede ser presidenta de Estados Unidos”, dijo, ya al borde las lágrimas.
“Me encantó esta parte”, cuenta la delegada Barbara Perkins. “Lo que significa para nuestra historia para un país y para una mujer negra fue lo más personal para mí. Me gustaría que mis hijas tuvieran ese mensaje en mente”.
“La imagen de sus hijas jugando en el jardín de la Casa Blanca es muy poderosa”, dice también Kathleen Lee, la activista de Nueva York que hace campaña en Filadelfia como voluntaria.
La fuerza.
A diferencia de otros oradores, Michelle no gritó al micrófono. Mantuvo el tono tranquilo casi todo el discurso y sólo lo elevó con algunas frases cuando los aplausos hacían casi imposible escucharla en el pabellón de Filadelfia. Pero siempre cuidadosa por cómo quedan después las palabras en televisión nunca llegó a gritar. Su fuerza venía del mensaje, de los gestos y de su paso tranquilo.
Más allá de las palabras, pidió acción. En 2012, la campaña de su marido la utilizó para movilizar a la base y muchos esperan que ahora Hillary Clinton consiga convencerla para hacer lo mismo, al menos con algún discurso más ante audiencias selectas. La primera dama empujó para que haya más voluntarios que llamen a puertas, hagan llamadas y repartan el mensaje de Hillary Clinton, algo en lo que, de momento, la candidata va retrasada respecto a lo que logró Obama hace cuatro años. Michelle, siempre práctica, terminó con un: “Vamos todos a trabajar”.
Muchos esperan que se quede en la escena política. “Voy a echar de menos que esté en la Casa Blanca, donde está el gran altavoz. Pero no creo que es el tipo de persona que se marcha. Ahora hay que ver qué hace después”, dice Barbara Perkins. “Estoy segura de que va a ser algo increíble. Y sea lo que sea estaré con ella”.
María Ramírez
Reportera y analista política de Univision Noticias. Nació en Madrid en 1977 y estudió Periodismo en la Universidad de Columbia con una beca Fulbright. Trabajó durante 15 años como corresponsal de El Mundo (España) en Nueva York, Milán y Bruselas. Fundó la web de innovación periodística #nohacefaltapapel y el diario El Español. Colabora con NY1 Noticias. Es autora de La Carrera: Retrato de 10 candidatos cuyo ascenso marca el futuro de América (2012) y Marco Rubio y la hora de los hispanos (Debate, 2016). @mariaramirezny