Los cinco momentos políticos que definen a Marco Rubio
Febrero 29, 2016
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Marco Rubio es ahora la alternativa más probable, si la hay, a Donald Trump. Ha llegado a ser el favorito del establishment republicano contra pronóstico. En el anuncio de su candidatura, en la Torre de la Libertad de Miami en abril de 2015, no había ningún político nacional. Durante meses, congresistas, senadores y otros líderes del partido, sobre todo del sur de la Florida, creían que no se atrevería a presentarse si estaba Jeb Bush en la carrera y decían que si lo hacía perdería contra el ex gobernador. Pero lo que mejor define el perfil político de Rubio es su gusto por el desafío. Estos cinco momentos reflejan su carácter político.
Su debut en West Miami
Rubio tenía 26 años en su primera campaña para ser concejal de West Miami. Su rival, Tania Rozio, tenía 52 y era una veterana del lugar y del Ayuntamiento. Aquella primavera de 1998, el joven era abogado en un bufete y ya le gustaba la política. En 1992, había trabajado en la campaña de Lincoln Díaz-Balart; en el 1996 en la de Bob Dole como voluntario de base. Entre sus cometidos estaba el de repartir naranjas en New Hampshire como gesto a favor del candidato republicano.
Era poco conocido en la pequeña ciudad, pero alguien le presentó un día a Rebeca Sosa, entonces presidenta del concejo, y decidió abordarla una tarde que la vio en el jardín de su casa. Su apoyo fue clave para recorrer de puerta en puerta la ciudad y convencer a los votantes. “Todo el mundo decía ‘va a ser difícil que gane’ porque había otros candidatos que ya habían caminado dos veces la ciudad”, recuerda Sosa. Rubio ganó por 744 votos contra 244.
Las primarias contra el famoso
A los pocos meses de su labor en el concejo de Miami, Rubio ya estaba inquieto, aburrido de debates largos sobre decisiones pequeñas. Al llegar había hecho un discurso grandilocuente sobre la importancia de la política local, pero pronto empezó a querer más. Sus compañeros en el concejo enseguida se dieron cuenta de que Rubio tenía una carrera política nacional por delante.
En diciembre de 1999, Rubio vio su oportunidad. El congresista Carlos Valdés había dejado un escaño libre en la Cámara de Representantes de Florida por un escándalo de corrupción. Era pronto para Rubio, pero decidió intentarlo. Pronto le surgió un rival fuerte en las primarias: Ángel Zayón, locutor radiofónico y reportero de la comunidad muy popular. La estrella le ganó, pero como el resultado quedó ajustado se celebró una segunda vuelta.
Ésta fue la primera ocasión en que Rubio tuvo la oportunidad de desplegar la fuerza de algunos estrategas locales de los que luego se separaría: David Rivera, que luego sería miembro de la Cámara de Representantes y acabaría investigado por las autoridades federales, Modesto Pérez, uno de los líderes de la comunidad en Hialeah y dueño de la tienda de aires acondicionados Mr. Cool, o Regino Rodríguez, el propietario del Tropical Restaurante, centro de encuentro político en la ciudad. Con su ayuda, Rubio le dio la vuelta a su derrota y ganó a Zayón por la mínima: 64 votos. Así empezó su auténtica carrera más política en Tallahassee.
El momento justo en la Cámara de Florida
Si la osadía lo llevó hasta la Cámara de Representantes de Florida, fue la suerte lo que hizo que llegara en un momento especialmente bueno para su carrera. Por una ley de limitación de mandatos, la mayoría de los miembros de la cámara se renovaron al año siguiente de su llegada. Los comicios extraordinarios le permitieron aprovechar el tiempo. Hizo contactos suficientes y los que coincidieron con él dicen que casi desde el principio estaba trabajando para ser speaker, un cargo para el que antes hacía falta más veteranía. “Rubio es un producto de la limitación de mandatos. No sabía donde estaba el baño pero ya quería ser presidente de la Cámara”, cuenta un líder demócrata de Miami.
Rubio supo tener buenas relaciones sobre todo con los miembros del norte de la Florida, que solían mantener cierta distancia respecto a los del sur. Salió de la burbuja de Miami y de la comunidad cubanoamericana más natural para tejer alianzas con congresistas más improbables, como Johnnie Byrd, que fue speaker antes que él. También hizo las paces con uno de sus enemigos en la carrera a las primarias: Raúl Martínez, el alcalde de Hialeah, que era demócrata, pero entonces le ayudó.
Así, en septiembre de 2005, con 34 años, Rubio asumió el cargo como speaker de la Cámara. En la ceremonia, Jeb Bush le dio la famosa espada dorada como símbolo de fuerza de “un guerrero místico” llamado Chang. “No puedo pensar en un momento en el que haya estado más orgulloso de ser republicano, Marco”, dijo entonces Bush.
Rubio tuvo durante años la espada en su despacho. Hace unos meses, dijo que la tenía “en algún sitio guardada en casa” para que sus hijos no se hicieran daño.
El salto más difícil
La mayor osadía de Marco Rubio según sus colegas, sus amigos y a ratos hasta según él mismo fue presentarse al Senado contra Charlie Crist, el gobernador que sucedió a Jeb Bush. Varios amigos habían aconsejado a Rubio que intentara sustituirlo como gobernador, pero, en pleno auge del Tea Party, Rubio pensó que ése era un buen momento para saltar a la política nacional. Las elecciones de 2010 pintaban un panorama difícil para el presidente Barack Obama y Rubio no quería desaprovechar la oportunidad. El medio abrazo que Crist le dio a Obama en un mitin le animó todavía más.
Crist era popular y tenía el apoyo casi unánime de los congresistas nacionales y estatales. También la comunidad cubanoamericana estaba alineada con el gobernador: lo respaldaban el congresista Lincoln Díaz-Balart o Al Cárdenas, que había dado a Rubio su primer empleo en un bufete.
Falto de fondos y de apoyos, Rubio estuvo a punto de retirarse varias veces. Pero su suerte empezó a cambiar en agosto de 2009, cuando el National Review lo sacó en portada con el título de “Yes, HE CAN”. Su poderosa historia como hijo de familia humilde de inmigrantes cubanos, su capacidad retórica y su mensaje más conservador que el de Crist le ganaron apoyos del grupo que tomaba más fuerza entre los republicanos.
Ganó al gobernador por 20 puntos después de haber estado hasta 50 puntos por detrás.
La carrera
Jim Gestwicki, director del centro recreativo de West Miami, recuerda a Rubio cuando era un adolescente e iba a entrenar allí. Cuenta que una noche, antes de cerrar, el chico, de unos 16 años, le preguntó por un asunto en la agenda del concejo de la ciudad. Cuando interrogó al joven sobre por qué estaba tan interesado, Rubio le contestó: “Porque quiero ser presidente de Estados Unidos”.
El sueño adolescente se hizo real más de dos décadas después, tras las elecciones al Senado de 2010. En 2012, Mitt Romney lo consideró como posible candidato a vicepresidente (su nombre en clave era “Pescado”, en español) y lo invitó a dar el discurso en prime time en el último día de la convención republicana, el lugar más deseado.
Tras la derrota de Romney, los amigos de Rubio reconocen que le preguntaban a menudo sobre sus planes para la Casa Blanca. A la vez, de nuevo los representantes del exilio cubano y gran parte de la comunidad de Miami le aconsejaban esperar a la decisión de Bush.
Rubio no hizo caso y en estas primarias ha visto cómo su antiguo mentor se hundía pese al apoyo del establishment y al récord de donaciones y gasto.
Ahora tiene ante sí un camino muy difícil para conseguir derrotar a Donald Trump. Su entorno todavía cree que la especialidad de Rubio es sorprender. Su madrina, Rebeca Sosa, es una de las convencidas: “El año que viene esperamos que la Nochebuena se celebre en la Casa Blanca con arroz, frijoles negros y lechón asado”.
María Ramírez
Reportera y analista política de Univision Noticias. Nació en Madrid en 1977 y estudió Periodismo en la Universidad de Columbia con una beca Fulbright. Trabajó durante 15 años como corresponsal de El Mundo (España) en Nueva York, Milán y Bruselas. Fundó la web de innovación periodística #nohacefaltapapel y el diario El Español. Colabora con NY1 Noticias. Es autora de La Carrera: Retrato de 10 candidatos cuyo ascenso marca el futuro de América (2012) y Marco Rubio y la hora de los hispanos (Debate, 2016). @mariaramirezny