Marco Rubio se presenta como el salvador republicano. ¿Pero puede triunfar su tono amable en el año bronco de Trump?
Enero 31, 2016
|“Tenéis derecho a estar enfadados pero el enfado no es un plan”. La frase la pronuncia Marco Rubio en un edificio universitario de Ames, en el centro del estado de Iowa. A su lado tiene un taburete de madera con un vaso de agua y a su alrededor un grupo de universitarios, familias con niños y mujeres de mediana edad.
Unos minutos antes, Hillary Clinton se ha presentado a 200 metros de este edificio como la mujer llamada a perpetuar el legado de Obama. Unos minutos después, la última encuesta antes de los caucus augurará el triunfo de Donald Trump. ¿Queda sitio para el estilo amable y optimista de Rubio en una campaña bronca e impredecible como la de 2016?
Ésa es la apuesta del senador hispano en esta tarde de invierno en que enumera alguna de sus propuestas y menciona su familia, sus orígenes obreros y su religión.
Se podría decir que Rubio es el anti-Trump. No sólo por su actitud titubeante pero favorable hacia la reforma migratoria. También por las formas que exhibe en sus mítines, sin insultos ni salidas de tono capaces de llamar la atención de la televisión.
El senador se ríe de sí mismo, no cita a sus rivales republicanos y menciona varias veces a Hillary Clinton y a Barack Obama. Es una forma subliminal de presentarse como el aspirante con más opciones de derrotar a los demócratas en las generales. Pero Rubio debe salvar algunos obstáculos antes de despegar en esta carrera presidencial.
Por ahora los sondeos colocan al senador hispano muy por detrás de Cruz y Trump a 48 horas del inicio de los caucus. Pero su triunfo en el debate del jueves y el entusiasmo que suscitan sus eventos han llevado a medios como ‘Politico’ o el ‘Washington Post’ a escribir sobre la posibilidad de que Rubio adelante a su colega Cruz y quede segundo en la recta final.
El entorno del senador rebaja las expectativas por temor a defraudar en los caucus del lunes. Pero su discurso en Ames es atractivo y ayuda a comprender por qué analistas como Nate Silver o Chris Cillizza presentan a Rubio como la única opción que le queda al establishment republicano para evitar un triunfo de Trump.
Rubio se presenta en Ames como el único candidato republicano que conoce los problemas de los votantes humildes. Recuerda que se educó en una familia de inmigrantes, explica que sabe lo que significa vivir al día y habla con soltura de los créditos que pidió para estudiar.
Y sin embargo esos votantes con menos ingresos por ahora le dan la espalda y son el gran granero de votos de Donald Trump. ¿Por qué? Quizá porque el senador hispano no tiene un perfil tan nítido como el del empresario neoyorquino. Está a favor de la reforma migratoria pero esconde en los mítines sus esfuerzos por aprobarla. Es uno de los miembros más conservadores del Senado pero sus opciones pasan por atraer el apoyo del establishment. Se presenta como un aspirante fresco pero su carrera es la de un político profesional.
Rubio tiene a su alcance algunas armas que todavía podrían ayudarle a despegar. Ningún aspirante republicano suscita una opinión tan favorable y ninguno tiene un potencial similar a unas horas de los caucus: es la segunda opción para el 20% de los habitantes del estado. Una cifra que es mucho mayor que las de sus rivales y que podría presagiar un resultado mejor.
If Rubio somehow catches fire in next 48 hours, this is why. He's a lot of people's back-up. pic.twitter.com/uDIEWm729F
— Taniel (@Taniel) January 30, 2016
Esa opinión favorable tiene que ver con la actitud del candidato, que lo acerca a grupos de población como las mujeres, las minorías y los jóvenes que no suelen respaldar en las urnas a los republicanos y a los que Rubio quizá puede ayudar a atraer.
“Yo diría que es el candidato republicano más dispuesto a dialogar con todos, también con los demócratas”, dice Ann Soviech Munson, arquitecta y esposa de un reportero del periódico local. “Es demasiado conservador para mi gusto pero es un tipo decente y trata a la gente con respeto”, explica la demócrata Elizabeth Mitchell, que se ha venido con su esposo desde el estado vecino de Illinois.
En los eventos de Rubio hay personas más jóvenes. También votantes afroamericanos como Darren Howdy (22 años), que quiere llegar a ser presidente y que por ahora estudia en esta universidad. “Rubio está entre mis favoritos porque hará un país que respete la diversidad”, dice Howdy, que destaca los orígenes cubanos del senador y la pasión que siente por su país.
Las palabras de Howdy reflejan el potencial de Rubio pero también uno de sus problemas. Su mensaje positivo no se abre paso en una campaña dominada por la sombra omnipresente de Donald Trump.
“A mis amigos les gusta porque dice las cosas como son”, dice Ben Gosse (19 años), que estudia ingeniería mecánica aquí en Ames. Es la primera vez que vota en unas elecciones presidenciales y ha estado dudando entre Rubio y Carson. Al final votará al senador hispano porque cree que tiene soluciones más detalladas para los problemas del país.
“No me gusta Trump porque no ofrece políticas específicas y no creo que pueda ganar porque no puede ganar votos entre los independientes”, explica Gosse, que sugiere que votaría en noviembre al candidato demócrata si los republicanos eligieran al millonario neoyorquino como candidato presidencial.
El objetivo de Rubio no es ganar sino salir de Iowa convertido en la alternativa más creíble para batir a Trump. Su colega Ted Cruz percibe la amenaza y por eso dirigió este sábado sus anuncios negativos contra él.
Esa estrategia es un problema para Steve y Chelsy Nutgeren, dos jóvenes cristianos que viven con una niña recién nacida en una comunidad rural. Chelsy votará por Rubio. Su marido, por ahora, está con Cruz. “Estaba dudando pero ahora me he decidido por Cruz”, dice Steve después del acto de Ames. “Rubio no me ha dicho nada nuevo. No me ha emocionado. Aunque cualquiera de los dos estaría mejor que Trump. Es tan arrogante y maleducado…”. Su mujer no está de acuerdo: “Rubio es mejor porque tiene más capacidad para forjar consensos y porque no tiene miedo de defender su fe”.
Al final del acto, Steve y Chelsy se hacen una foto con Rubio y Steve confiesa sus dudas. Rubio le dice que él lo tiene mejor para ganar a cualquier candidato demócrata porque es capaz de “llegar a más gente” que Cruz. Steve asiente poco convencido. “Ya hablaremos de camino a casa”, dice su mujer.
Eduardo Suárez
Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez