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GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

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Eduardo Suárez

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Eduardo Suárez

La unidad que no llega: “Me da tristeza ver al partido republicano así. Pero estoy aquí para cambiarlo”

Julio 20, 2016

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María Ramírez

La unidad que no llega: “Me da tristeza ver al partido republicano así. Pero estoy aquí para cambiarlo”

 

Jonathan Hayes tiene 20 años y la de Cleveland es su primera convención. Es el primero de su familia que ha ido a la Universidad. Estudia Políticas y Liderazgo. Su madre nació en México. Él es republicano y lleva chapas a favor de Lincoln, Reagan (“viva Reagan”, pone en una) y los derechos de los gays. Es el miembro más joven de la delegación de Pensilvania. “Soy como un unicornio”, bromea.

En sus primeras horas en la convención vio a su lado cómo Ken Cucinelli, delegado de Virginia y un político al que el joven Hayes admira, tiraba al piso de la convención su acreditación, indignado porque el partido no autorizaba una votación sobre las reglas que obligaban a la mayoría de delegados a apoyar a Donald Trump.

“Fue un momento muy dramático. Me sorprendió mucho. Me da un poco de tristeza ver al partido así. Estoy orgulloso de ser republicano, pero es muy triste… No quiero abandonar el partido, quiero hacer que refleje el siglo XXI”, cuenta Hayes. El chico recuerda que lleva el nombre de un presidente, Rutherford Hayes, que ganó una de las elecciones más controvertidas en 1876: perdió el voto popular, pero ganó el recuento del colegio electoral.

Hayes, como cientos de delegados en la convención, no apoyó a Trump. Su favorito era el senador de Florida Marco Rubio. Todavía no está decidido a votar por Trump. “Me gustaría que me demostrara que estoy equivocado. No quiero votar contra él”, dice el joven. Es difícil que Trump consiga su voto, pero, como otros, el joven republicano se ha resignado a que no se puede hacer nada contra el candidato oficial. Hayes ha escuchado a los más indignados, pero ha participado poco en las protestas. Cuando vio a Cucinelli deshacerse de sus credenciales, no coreó contra Trump. “Soy un millennial, saqué mi teléfono y lo puse en Snapchat”, explica.

Unidad para el jueves

Paul Manafort, el jefe de campaña de Trump, repite que uno de los objetivos de esta convención es mostrar la unidad del partido. El domingo dijo que ya estaba unido. Este martes, prometía que lo estará “para el jueves”.

Pero en los pasillos de la convención se siguen viendo camisetas y chapas de otros candidatos, sobre todo de Ted Cruz. Varios delegados aseguran que no votarán a Trump en noviembre. Estados como Colorado, Utah u Ohio no han querido darle sus votos al candidato oficial.

En cada convención hay un grupo de descontentos, pero en Cleveland la insatisfacción va algo más lejos.

Un delegado de California grita durante la convención./AP

Un delegado de California grita durante la convención./AP

Algo pasará mañana

Lora Gervais, delegada de Ted Cruz de Utah de 54 años, dice que no sabe cuál será su voto en noviembre, pero que Trump no ha hecho nada que la convenza para apoyarlo. “No tiene las cualidades que busco en un candidato”, explica.

Junto a un puesto de cables para cargar los teléfonos, Gervais observa a un joven rubio, un delegado de West Virginia, y se interrumpe para decirle: “Tú tienes cara de que te guste Trump”. Hablan cordialmente, pero al rato Gervais vuelve a criticar a Trump y al partido que no admitió la votación sobre las reglas: “El partido republicano está corrupto. No nos representa para nada. Acallaron todas las voces. Probablemente habrían ganado. ¿De qué están asustados?”.

Para ella, los gritos del lunes y las quejas algo más apagadas del martes no eran una protesta, sino un intento de que “se oyera la voz” de todos.  Antes de entrar en el piso para ver cómo Donald Trump es proclamado oficialmente candidato republicano, la delegada dice, misteriosa: “Creo que algo pasará mañana”.

New York, New York

Pese al descontento de una parte de los republicanos, nada evitó este martes que cientos de delegados bailaran con la música de New York, New York mientras se anunciaba que el candidato había superado los 1.237 votos necesarios para conseguir el título oficial.

Muchos creen que los republicanos más críticos acabarán acostumbrándose a su candidato de aquí a noviembre.

“La verdad es que cada cuatro años estamos en desacuerdo en cosas y estamos de acuerdo otras. Y al final todos nos unimos. También los demócratas luchan y se unen al final. Es teatro”, dice Eric Golub, un cómico de Los Ángeles de 44 años que lleva una camiseta contra Hillary Clinton y que apoyaba en las primarias a Marco Rubio, Ted Cruz, Scott Walker y hasta a Jim Gilmore, que se retiró en febrero tras recibir 12 votos en Iowa y 133 en New Hampshire. Aun así, cree que hay que aceptar que Trump es el candidato. “No voy a ser un niño llorón. Ganó de manera justa. Jugó según las reglas. Es el candidato y ya está”, dice.

“A veces cuando dice cosas, yo me pongo ‘Donald, Donald, Donald, por qué, por qué, por qué'”. Podría decir otras cosas, pero lo que importa son sus acciones. Hillary Clinton habla muy bien, pero sus acciones son terribles”, dice.

Un nuevo partido

En lo que los críticos y los partidarios de Trump coinciden es en que el partido ha cambiado. Ya no es el mismo que eligió al ex gobernador Mitt Romney hace cuatro años. El descontento que canalizó el Tea Party en 2010 ha estallado ahora en el apoyo a Trump y, como comentan algunos también en esta convención, en la popularidad de Bernie Sanders entre los demócratas.

“Es parte del mismo fenómeno contra el establishment“, dice Ellie Espling, miembro de la Cámara de Representantes de Maine y delegada por primera vez en una convención. Su delegación fue una de las que abandonó el piso el lunes para demostrar su descontento por la falta de acuerdo.

A Maine le suele gustar ir por libre. En 2012, los seguidores del libertario Ron Paul de este estado se pusieron a dar vueltas alrededor del estadio en Tampa donde se celebraba la convención republicana para que se oyera su voz. Su senadora republicana, Susan Collins, dijo este martes que no descarta votar por Hillary Clinton en noviembre aunque nunca le ha fallado hasta ahora a su partido.

Los delegados no se conforman. Su queja fundamental es que no los dejan mostrar su desacuerdo.

“Creo que este proceso es importante para la gente. Tienes que dejar que pase algo de eso… La gente sólo quiere que la escuchen”, dice Espling sonriente. Ella apoyó a Cruz, pero ahora está abierta a respaldar al elegido.

Su principal preocupación sobre Trump es la falta de detalles de sus políticas. “No me preocupa lo que dice, me preocupa lo que va a hacer”, cuenta. Pese a los protestas de su delegación, cree que el partido se unirá en noviembre y votará por Trump.

El padre Ryan

Los jóvenes del partido intentan superar la apariencia de división. Espling es de la generación de Paul Ryan, el speaker de la Cámara de Representantes y muy reticente durante meses a respaldar a Trump. Incluso después de apoyarle, le criticó por sus comentarios racistas.

Paul Ryan presidió la votación que hizo oficial la candidatura de Donald Trump a la Casa Blanca./AP

Paul Ryan presidió la votación que hizo oficial la candidatura de Donald Trump a la Casa Blanca./AP

Pero Ryan ha querido cumplir su papel formal en el partido y ha adoptado una actitud casi paternal con los delegados más rebeldes. En la convención, organizó un desayuno con los delegados de Texas para convencerles de que tenían que superar la derrota de Cruz, senador de su estado.

En la convención, durante la votación que él presidía, Ryan sonreía, saludaba a conocidos y miraba con aire condescendiente a los que protestaban.

Su discurso estuvo centrado en el mensaje más inclusivo que debe dar el partido republicano y sólo mencionó al candidato que acababan de elegir. Pero Ryan también dijo que cualquier idea de su partido sólo se aprobará si Trump es presidente. “Nuestros candidatos van a darlo todo, lo mejor de ellos mismos, y todos tenemos que hacer lo mismo. ¿Qué decís si unimos el partido?”

 

    María Ramírez

    Reportera y analista política de Univision Noticias. Nació en Madrid en 1977 y estudió Periodismo en la Universidad de Columbia con una beca Fulbright. Trabajó durante 15 años como corresponsal de El Mundo (España) en Nueva York, Milán y Bruselas. Fundó la web de innovación periodística #nohacefaltapapel y el diario El Español. Colabora con NY1 Noticias. Es autora de La Carrera: Retrato de 10 candidatos cuyo ascenso marca el futuro de América (2012) y Marco Rubio y la hora de los hispanos (Debate, 2016). @mariaramirezny

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