Esto es lo que pueden haberle contado a Trump en el ‘briefing’ de inteligencia: la experiencia de cada candidato desde 1952
Agosto 17, 2016
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A la entrada del Puente de Brooklyn y muy cerca de los juzgados y del ayuntamiento, se levanta un edificio de hormigón que alberga la sede del FBI en Nueva York. Allí recibió Donald Trump este miércoles su primera sesión informativa con agentes de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos.
Al candidato republicano lo acompañaban el general retirado Michael Flynn, que respalda desde hace meses su campaña, y Chris Christie, gobernador de New Jersey y responsable de gestionar la transición si el millonario gana la carrera presidencial.
La campaña de Hillary Clinton no ha aclarado si la candidata ha recibido ya la sesión informativa, que está supervisada por James Clapper, director nacional de Inteligencia. Es un servicio que se ofrece a cada candidato presidencial desde 1952 y no incluye detalles sobre operaciones especiales de la CIA ni sobre asuntos sensibles. Estas sesiones pueden incluir información general sobre asuntos importantes para Estados Unidos como el conflicto sirio, la lucha contra el Estado Islámico o las maniobras geopolíticas de China en el Sudeste asiático. También una descripción general sobre los intereses de Estados Unidos y los objetivos de su política exterior.
Este año la sesión ha despertado suspicacias por la naturaleza especial del candidato republicano, el único que no ha sido elegido nunca para un cargo público desde el general Dwight Eisenhower, que ejerció como presidente desde 1952 hasta 1960. El candidato independiente Ewan McMullin, exagente de la CIA, dijo este miércoles que Trump no debería recibir ninguna información por ser “una amenaza para la seguridad nacional”.
Providing Trump with a classified intelligence briefing poses a threat to national security & should be canceled. https://t.co/PZu9y7qM9S
— Evan McMullin (@Evan_McMullin) August 17, 2016
Hillary Clinton también ha generado suspicacias entre algunos republicanos, que le han reprochado que no sabe manejar información confidencial.
El speaker republicano Paul Ryan solicitó a Clapper hace unos días que cancelara esa sesión informativa con la candidata demócrata por los descuidos al manejar información secreta en su correo electrónico que ha destapado la investigación del FBI. “Los candidatos a presidente y vicepresidente reciben estas sesiones en virtud de su estatus y no requieren credenciales de seguridad”, respondió el director nacional de Inteligencia en una carta desvelada por CNN.
Antes de la sesión, Trump sorprendió al decir durante una entrevista que no confía en las agencias de Inteligencia a la luz de lo que ha ocurrido “en los últimos 10 años”. La cita completa está en este tuit.
Trump to @foxandfriends on why he's bringing General Flynn to his classified briefing today: pic.twitter.com/Dc9OE89E9t
— Sopan Deb (@SopanDeb) August 17, 2016
A continuación explico algunas curiosidades sobre los orígenes de esta sesión informativa y sobre cómo ha ido cambiando desde 1952.
1. Truman tiene miedo
El origen de las sesiones informativas que reciben los candidatos lo explica en detalle John L. Helgerson en su libro Getting to know the president, publicado por la CIA en 1996 y reeditado cinco años después. Helgerson trabajó durante años en la agencia y conoce el proceso a la perfección. Entre otras cosas porque fue uno de los encargados de impartir las sesiones informativas que recibió Bill Clinton en Little Rock en diciembre de 1992.
Helgerson cuenta que fue Harry Truman quien instauró la tradición de facilitar sesiones informativas a los candidatos a la Casa Blanca. Truman apenas llevaba 12 semanas como vicepresidente cuando el fallecimiento de Franklin D. Roosevelt lo llevó al despacho oval. Durante ese tiempo apenas había visto a Roosevelt y no sabía nada sobre el estado del espionaje o la política exterior.
Doce días después de asumir el poder, se enteró por ejemplo de la existencia de que los científicos del Proyecto Manhattan estaban construyendo una bomba atómica. Truman dejó claro a sus asesores que aquello no podía volver a ocurrir. Creó la CIA en 1947 y empezó a recibir cada día sus informes en su despacho o en su pequeña Casa Blanca de Key West.
Durante el verano de 1952, le dijo a su director, Walter Bedell Smith, que debía informar a los dos candidatos a sucederle. “La presidencia lleva consigo poderes sin parangón en la historia mundial y por eso me preocupa tanto que mi sucesor y el sucesor de mi sucesor puedan seguir adelante como si ninguna elección hubiera tenido lugar”, dijo durante una visita a la agencia unos meses después. “Estoy dando al nuevo presidente más información de la que nunca ningún presidente ha tenido antes de llegar al poder”.
2. A Eisenhower no le gusta
En agosto de 1952, Truman invitó a comer en la Casa Blanca a los dos hombres que aspiraban a sucederle: el republicano Dwight Eisenhower y el demócrata Adlai Stevenson. Eisenhower declinó la invitación y le dijo desabrido: “Los problemas que usted sugiere son los mismos con los que he vivido durante muchos años”.
Eisenhower había ejercido como general durante la II Guerra Mundial y conocía muy bien la política exterior de Estados Unidos. Su impresión era que Truman estaba intentando ayudar a su adversario Stevenson, cuya experiencia en el extranjero era mucho menor.
Aun así, recibió una sesión informativa el 30 de agosto de 1952 en su domicilio de Manhattan. El encargado de impartir la sesión fue el agente Melvin Hendrickson, que esperó durante 20 minutos mientras el cándidato leía el informe. Hendrickson recuerda la forma en que daba la mano Eisenhower: “Como no tuvieras cuidado, te destrozaba los dedos”.
El candidato recibió otras tres sesiones antes de las elecciones. Leía los informes durante 20 minutos y luego hacía preguntas durante un cuarto de hora. Los informes incluían unos 20 puntos y cada uno solía tener dos párrafos. A veces incluían un artículo más largo sobre un país en especial. Entre el triunfo electoral y la toma de posesión, Eisenhower recibió sesiones informativas más exhaustivas. Incluida una en la que él y su mujer recibieron en camisón a dos agentes en el vagón del tren en que viajaban a la capital.
3. ¿Fue Kennedy indiscreto?
Eisenhower ordenó facilitar sesiones similares a su rival Adlai Stevenson en 1956 y a los dos candidatos a sucederle en 1960: su vicepresidente Richard Nixon y el senador demócrata John F. Kennedy.
Kennedy recibió su primera sesión en su residencia veraniega de Hyannisport el 23 de julio de 1960. El aspirante a la vicepresidencia Lyndon Johnson recibió otro en su rancho de Texas cinco días después.
El candidato demócrata protagonizó dos episodios polémicos relacionados con esas sesiones con agentes de la CIA. Durante sus debates con Nixon y uno de sus comunicados, dijo que Estados Unidos debía apoyar a los cubanos que querían derrocar a Fidel Castro y advirtió sobre la posible superioridad nuclear de la Unión Soviética.
Unos meses antes de los debates, Nixon le había preguntado al director de la CIA Allen Dulles si su adversario estaba recibiendo sus informes.
“Le decimos un poco pero no demasiado”, dijo Dulles.
“No le diga nada. Puede ser peligroso”, respondió Nixon, que temía perder la ventaja que le daba su condición de vicepresidente en la carrera presidencial.
Al escuchar luego las palabras de Kennedy sobre Cuba y la superioridad soviética, Nixon creyó que su rival se había ido de la lengua y siempre atribuyó su derrota a esa indiscreción. “Sabía que Kennedy había recibido un briefing sobre la política de la administración sobre Cuba y asumí que sabía que había un plan”, escribiría en sus memorias. “Su declaración puso en peligro el proyecto, que sólo podía tener éxito si se hacía en secreto”.
El proyecto era la invasión de Bahía de Cochinos, sobre la que Kennedy sólo fue informado en profundidad unos días después de ser elegido en su residencia de Palm Beach.
La indiscreción de Kennedy tuvo un efecto que pervive todavía hoy. Desde entonces, la CIA ha optado por no dar a los candidatos ninguna información sobre las operaciones especiales de la agencia. “Negar esos informes a los candidatos supone un riesgo”, escribe Helgerson en su libro. “Pueden decir sin querer durante la campaña cosas que pueden ser embarazosas para ellos o para la agencia y que pueden complicar la ejecución de la política exterior”.
4. Goldwater no quiere
El republicano Barry Goldwater fue el primer candidato que no quiso recibir las sesiones informativas de la CIA. Al principio respondió que se lo pensaría. Pero un asistente llamó unas horas después a la agencia para declinar la invitación explicando que el senador apreciaba la oferta pero sentía que tenía toda la información que necesitaba para su campaña.
Su adversario Johnson, en cambio, apreció que el director de la CIA le llamara el día del asesinato de Kennedy para advertirle que al día siguiente tenían una cita por la mañana en el despacho oval. En sus memorias, Johnson escribe que le alivió descubrir “en aquella triste mañana de noviembre” que las cosas estaban tranquilas y que no había nada que requiriera de inmediato una decisión.
El demócrata Mondale rechazó también la sesión informativa en 1984. Habló en verano como uno de los asesores de Reagan pero no recibió ningún informe de la CIA. Diez años después, le preguntaron por qué no había querido. “Habría tenido más munición con la que trabajar”, dijo. “Pero nunca creí que tuviera ninguna opción contra Reagan y quizá por eso no me preparé más en serio para la presidencia”.
5. Kissinger aparta a Nixon
Nixon desconfió de la CIA desde la derrota de 1960 y nunca construyó una buena relación con el responsable de la agencia, Richard Helms, que entre otras cosas se negó a ayudarle a encubrir el escándalo del Watergate.
Dos días después de aceptar la candidatura republicana, el candidato viajó al rancho de Johnson para hablar con el presidente y con sus asesores sobre política exterior.
Fue la única sesión que recibió antes de ser elegido. Sólo entonces la CIA instaló a varios agentes en el sótano de un edificio de Park Avenue, a seis calles de la suite de Nixon en el hotel Pierre de Nueva York.
Allí se presentó Henry Kissinger el 2 de diciembre de 1968, unas horas después de ser elegido como responsable del equipo de transición. Kissinger advirtió a los agentes que sería él quien controlaría la información que iba a recibir el presidente y que no debían darle nada sin su aprobación.
Enseguida se quejó de la prosa de los informes y fue guiando a sus autores para que escribieran documentos mucho más estructurados, capaces de guiar a Nixon por los principales asuntos de la política exterior.
De todos modos, Nixon nunca puso mucho interés en los informes. Los fue apilando durante semanas y en enero le dijo a Kissinger que se los leyera él.
6. Ford antes de tiempo
Al ver la evolución del Watergate, el director de la CIA William Colby tomó una decisión extraordinaria en la primavera de 1974: empezar a adiestrar al vicepresidente Gerald Ford en los principales asuntos de política exterior. Ford visitó la CIA en junio de ese año y recibió una sesión exhaustiva. Desde el 1 de julio empezó a recibir el informe diario que recibía el presidente. Un mes después, la dimisión de Nixon lo llevó al despacho oval.
7. Carter quiere saber antes
El demócrata Jimmy Carter es el único que ha solicitado la sesión informativa antes de ganar la nominación. El encargado de impartir la sesión fue Bush padre, que entonces ejercía como director de la CIA y que viajó a una localidad de Pensilvania en 1976.
Unos días después, Carter recibió a Bush y a su equipo en su casa de Georgia, donde llegaron en helicóptero después de algunos problemas porque la pista del aeródromo era demasiado pequeña y no tenía torre de control.
A los agentes les molestaron las preguntas del aspirante a la vicepresidencia Walter Mondale sobre las operaciones especiales de la CIA y Bush se quedó lívido al escuchar a la madre de Carter decir: “Jimmy va a limpiar el Gobierno de todos los republicanos, incluido George Bush”.
Los cuatro presidentes anteriores habían confirmado en el cargo al director de la agencia con el objetivo de no politizar el cargo y Bush esperaba seguir después de la noche electoral.
Durante la sesión, Carter tenía a su lado una bola del mundo donde iba señalando los países de los que le hablaban los agentes. Unos días después de su triunfo, Bush llamó a Carter y le sugirió que lo mejor sería mantenerle en el cargo pero el presidnete optó por nombrar a otra persona. “Si le llego a hacer caso, Bush nunca habría sido presidente”, dijo luego el presidente. Cuatro años después, Bush se presentó a las primarias republicanas y fue elegido como vicepresidente de Ronald Reagan.
8. Reagan aprende rápido
El candidato republicano en 1980 tenía menos experiencia que ningún otro aspirante desde la fundación de la CIA. Pero tenía a su lado a uno de los más experimentados: el vicepresidente Bush. Reagan sólo quería información muy general y Bush en cambio era muy pragmático y pedía muchos detalles en cada reunión.
Antes de las elecciones, Reagan sólo recibió una sesión informativa. Se celebró el 4 de octubre en una finca de Virginia y la impartió el director de la CIA Stansfield Turner, que sugirió al candidato que la agencia estaba entregando armas a los insurgentes musulmanes que luchaban contra las tropas soviéticas en Afganistán.
Después de las elecciones y antes de su toma de posesión, Reagan recibió varias sesiones impartidas por primera vez por una mujer: Martha Neff Kessler, que le informó por ejemplo de que creían que podían perder a Anuar el Sadat. “¿Qué quiere decir perder?”, dijo Reagan. “Que podrían derrocarlo o matarlo”, respondió la agente. Sadat fue asesinado en octubre del año siguiente.
9. El más inexperto.
Ninguna transición fue más sencilla que la de 1988. Bush había sido director de la CIA y vicepresidente y conocía a fondo los códigos de la agencia y la política exterior.
Más difícil fue asesorar a Bill Clinton, que apenas sabía nada de los problemas internacionales. Unos días después de la convención demócrata de 1992, Robert Gates, entonces director de la CIA, viajó a Little Rock para impartir una sesión informativa donde habló sobre Rusia, Yugoslavia, China e Irán.
Clinton no recibió ninguna otra sesión antes de las elecciones. Ese único encuentro contrasta con el ejemplo de Carter, que solicitó una sesión semanal.
“No es sorprendente”, escribe el autor del libro sobre el adiestramiento de los candidatos. “La experiencia con otros candidatos había mostrado que esos informes habían sido difíciles de programar e incómodos durante un periodo de campañas y debates presidenciales”.
10. El otro Bush pregunta mucho
Al candidato republicano Bob Dole ni siquiera se ofrecieron a impartirle la sesión informativa en 1996. Es un caso único desde 1952 y se desconoce el motivo de la omisión.
Quien sí la recibió fue George W. Bush, que recibió la primera en su rancho de Crawford acompañado por John Bolton, Paul Wolfowitz y Condoleezza Rice.
Los agentes se llevaron a Texas un maletín para demostrar cómo los terroristas podían esconder y dispersar armas químicas y biológicas pero Bush apenas le prestó atención. Uno de ellos dijo durante el encuentro que el próximo presidente debería afrontar un ataque en suelo americano y se evaluaron varios escenarios. Quedaba algo más de un año para los atentados contra Washington y Nueva York.
Los agentes que impartieron la sesión recuerdan que a Bush le interesaba sobre todo la personalidad de los líderes a los que iba a conocer. Se leyó hasta 30 perfiles de colegas extranjeros durante el periodo de transición.
Le interesaban también los detalles más sórdidos de las operaciones que la CIA solía omitir en los informes para el presidente. Al conocer su adicción a los relatos escabrosos, los agentes los empezaron a incluir.
Al día siguiente de las elecciones, el destacamento de la CIA que se encontraba en Austin no pudo empezar su trabajo con el presidente electo: los problemas en el recuento en Florida habían dejado las elecciones en el aire y debían esperar.
Esperaron en Texas sin hacer nada hasta el 30 de noviembre, cuando el jefe de gabinete de Bill Clinton, John Podesta, anunció en televisión que autorizaba la sesión.
El Supremo aún no había decidido el ganador de las elecciones pero Bush empezó a recibir información secreta en la residencia que ocupaba como gobernador. Durante las navidades, un invitado especial le acompañó en una de las sesiones: su padre George H. W. Bush.
11. Bush padre es el hilo invisible
John Helgerson, autor del libro sobre el adiestramiento de los candidatos, explica que sesiones informativas como las que Trump recibió este miércoles tienen dos objetivos: informar al candidato de lo que ocurre en el extranjero y establecer una relación sólida de trabajo que pueda ayudar si es elegido.
Reagan, Clinton y Bush hijo eran los menos preparados antes de recibir esa sesión. Pero en las semanas que transcurrieron desde su elección a su toma de posesión absorbieron la información necesaria para gobernar.
Kennedy, Johnson y Nixon nunca se fiaron de los agentes de la CIA: Kennedy por el fiasco de Bahía de Cochinos, Johnson por el fracaso de Vietnam y Nixon porque siempre culpó a la agencia de su derrota en 1960.
La relación de los presidentes con la CIA mejoró a partir de los años 70 gracias al empeño de Bush padre, que ayudó a Ford y a Carter como director de la agencia, asesoró a Reagan como vicepresidente y facilitó la llegada al poder de Bill Clinton y de su hijo George W. Bush.
Sólo Carter, Reagan y los dos Bush recibieron información sobre operaciones especiales de la CIA antes de ser elegidos. Ford tenía la información como vicepresidente y a los demás optaron por ocultársela hasta su elección. Son los responsables de Inteligencia quienes deciden hasta qué punto informan sobre asuntos sensibles. Pero al menos hasta ahora han ofrecido a todos los candidatos una información similar.
Eduardo Suárez
Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez