¿Puede arrasar Hillary Clinton en noviembre por la deriva de Trump? No lo tiene tan fácil
Agosto 05, 2016
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La deriva dialéctica de Donald Trump y el repunte de su adversaria en los sondeos suscitan una pregunta: ¿tiene Hillary Clinton a su alcance un triunfo aplastante como los de Ronald Reagan en 1984 o Richard Nixon en 1972?
Las últimas siete elecciones presidenciales se han decidido por márgenes de menos de 10 puntos. Ningún candidato desde Reagan ha superado el 54%. Ninguno desde Bush padre en 1988 ha superado los 400 miembros en el colegio electoral: el órgano compuesto por 538 miembros que se elige estado por estado y que decide el nombre del ganador.
Cuatro de los 10 triunfos más ajustados desde 1900 se han producido en las últimas dos décadas. Incluida el insólito triunfo de George W. Bush, que llegó a la Casa Blanca pese a tener menos votos que su rival Al Gore.
Este otro gráfico refleja los 10 triunfos más abultados desde 1900. El récord lo tiene el republicano Warren Harding, que barrió a su rival demócrata en 1920. Están en la lista también las grandes victorias de los dos Roosevelt y las tres más aplastantes de la segunda mitad del siglo XX: la demócrata de 1964 y las republicanas de 1984 y 1972.
El demócrata Johnson arrasó en 1964 por la onda expansiva del magnicidio de Dallas y por el extremismo de su adversario republicano Barry Goldwater. El republicano Nixon arrasó ocho años después por el extremismo de su adversario George McGovern, que asustó a muchos votantes demócratas y sólo ganó en su estado natal.
Ronald Reagan logró una hazaña distinta en 1984. Atrajo el respaldo de votantes demócratas en estados como Michigan, Wisconsin o Connecticut y logró algo que nadie había logrado: ganar 525 de los 568 votos del colegio electoral.
¿Qué es el colegio electoral?
Cada estado tiene asignados unos votos del colegio electoral según su población. La mayoría de los estados otorgan todos sus votos electorales al ganador. Nebraska y Maine son los únicos que los reparten de otra forma: le otorgan un voto al candidato que gana en cada distrito electoral.
No llega a la Casa Blanca quien logra más votos sino quién tiene la mayoría en ese colegio electoral. Esa mayoría está fijada en 270.
A lo largo del siglo XX, los estados han ido cambiando sus votos según la evolución de los partidos. Hasta la Gran Depresión, los demócratas arrasaban en los estados sureños y los republicanos en los estados industriales del Norte. La irrupción del demócrata Franklin D. Roosevelt transformó ese equilibrio construyendo una alianza inestable que incluía a los obreros católicos de Ohio o Pensilvania y a los demócratas racistas de Georgia o Carolina del Sur.
El final de la segregación racial a mediados de los años 60 hizo que se resquebrajara esa alianza inestable. Los demócratas conservadores del Sur se hicieron republicanos y los progresistas de los estados del Norte se hicieron demócratas. Ambos partidos se fueron convirtiendo en bloques ideológicos mucho más homogéneos.
Eso no quiere decir que no se hayan producido cambios desde los años 60. Nixon y Reagan construyeron primero la hegemonía republicana en los años 70 y 80 sobre los estados del Sur y el Oeste del país. Bill Clinton cambió después esa dinámica a principios de los 90 recobrando varios estados sureños y ganando California con la ayuda de la explosión demográfica de los hispanos y de la polémica Proposición 187, impulsada por los republicanos y dirigida a arrebatar a los inmigrantes indocumentados cualquier ayuda estatal.
Es la polarización
Lo que no hemos visto desde 1984 es un candidato que gane en 49 estados. Este extremo tiene que ver con la transformación de los votantes: la polarización ideológica de los partidos ha reducido el número de votantes dispuestos a dejarse convencer por demócratas y republicanos.
Esa polarización se ha dejado sentir también en los estados: 18 han votado por el candidato demócrata y 13 por el republicano en las seis elecciones presidenciales desde 1992.
Como bien apunta Nate Silver aquí, no hay ningún factor que indique que esos estados no puedan cambiar su voto en el futuro. Pero esa racha y la transformación demográfica de Estados Unidos han creado la impresión de que los demócratas parten con ventaja en cada carrera electoral.
Este mapa que he elaborado con la herramienta de 270toWin refleja los estados que han ganado demócratas y republicanos en todas las elecciones desde 1992. A los primeros les bastan 28 votos electorales para lograr la presidencia. A los segundos, 168.
Eso complica mucho el triunfo de cualquier aspirante republicano. Pero también hace muy improbable que ningún candidato demócrata alcance una victoria aplastante como las de 1984 o 1972.
Estados que pueden cambiar
Aun así, algunos sondeos apuntan que Clinton podría ganar estados que han votado republicano durante décadas. Este sondeo la sitúa cuatro puntos por delante en Georgia y varios expertos creen que tiene al alcance estados como Arizona o Carolina del Sur.
El gráfico que he colgado aquí arriba refleja los 10 estados que Mitt Romney ganó por menor diferencia en las presidenciales de 2012. Se podría decir que son los más vulnerables a una ofensiva demócrata en 2016. ¿Pero hasta qué punto es posible un cambio así?
“Mi impresión es que el mapa electoral será muy similar a los de 2008 o 2012”, me dice el politólogo Alan Abramowitz, profesor de la Universidad de Emory y autor del libro The Disappearing Center. “Ahora mismo Clinton es favorita en Carolina del Norte. Pero no creo que Trump pueda ganar en estados industriales como Pensilvania, Ohio, Wisconsin o Michigan. La gran pregunta es si Clinton puede ganar en alguno de los estados que ganó Romney hace cuatro años: los más probables son Georgia y Arizona. Yo diría que Georgia está ahora en disputa. En Arizona los demócratas no lo tienen tan fácil pero podrían ganar si muchos latinos van a votar. El otro estado que Clinton podría ganar es Carolina del Sur y me gustaría ver algún sondeo. Pero por ahora allí sigue siendo favorito Trump”.
Si los Clinton arrebatara a los republicanos Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Carolina del Sur, el colegio electoral quedaría según refleja este mapa.
Clinton lograría 383 votos electorales. Sería el noveno triunfo por más margen desde 1900. Pero se quedaría muy lejos de los más aplastantes según se puede ver en esta tabla.
El obstáculo a una victoria como las de 1972 o 1984 es la renuencia de los votantes a apoyar al candidato del partido rival por muy heterodoxo que sea. El rechazo que suscita Hillary Clinton es un obstáculo que no ayuda a esas deserciones. Otro candidato demócrata facilitaría ese fenómeno pero no Hillary, que lleva demasiados años en la vida pública para encabezar un fenómeno así.
Abramowitz no cree que Clinton pueda atraer muchos votantes republicanos. “Es probable que habrá un porcentaje más alto de abstenciones entre los republicanos en la carrera presidencial y quizá algunos voten por Clinton pero no será un cambio sustancial”, explica. “Yo diría que puede desertar un 12% de los votantes republicanos. En 2012 desertó 7%. Ese cambio es pequeño pero podría empujar el margen del triunfo de Clinton por encima de los 10 puntos. Mi impresión es que no ocurrirá y que estará en torno a los seis puntos. Pero no lo descarto si Trump sigue actuando como Trump, lo cual no es improbable”.
Eduardo Suárez
Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez