Nueve cosas que quizá no sepas del Servicio Secreto
Agosto 10, 2016
|Las palabras de Donald Trump en Carolina del Norte han colocado el foco de la campaña sobre el Servicio Secreto: la institución entre cuyas misiones se encuentra proteger al presidente de Estados Unidos y a los candidatos a su sucesión. ¿Pero cómo funciona el Servicio Secreto y cómo elige a sus empleados? ¿Cuándo se creó, a quiénes protege y qué otras tareas desarrolla? Estas y otras preguntas intento responderlas a continuación.
1. ¿Qué es el Servicio Secreto?
El Servicio Secreto nació en julio de 1865. Habría nacido unos meses antes si no fuera porque la legislación que lo creaba esperaba la firma de Abraham Lincoln el día en que fue asesinado en el Teatro Ford.
El Servicio Secreto no nació para proteger al presidente sino para combatir la falsificación de moneda. Los expertos calculaban entonces que un tercio de los dólares en circulación eran falsos y ninguna agencia federal tenía poderes para combatir ese delito. Tampoco para investigar los robos de bancos o el juego ilegal.
Ese fue el cometido de los agentes del Servicio Secreto durante sus primeras tres décadas hasta 1901. Ahora siguen tiendo entre sus funciones investigar la falsificación.
2. ¿Cuándo empezó a proteger al presidente?
Después del asesinato del presidente republicano William McKinley por un anarquista en septiembre de 1901. El magnicidio empujó al Congreso a incluir entre las tareas del Servicio Secreto la protección del presidente. Desde entonces una parte de sus agentes han asumido esa función.
3. ¿Quiénes pueden enrolarse?
Puede pertenecer al Servicio Secreto cualquier ciudadano de Estados Unidos que esté dispuesto a aportar un análisis de orina y someterse a una investigación pormenorizada de sus orígenes, a una prueba en el detector de mentiras y a un exigente reconocimiento médico.
Unas 6.500 personas pertenecen al Servicio Secreto. Sólo una parte pertenece al grupo de agentes que protege al presidente. Más de 2.000 empleados, por ejemplo, se encargan de tareas técnicas o administrativas.
Según explica aquí un exempleado, los salarios de los miembros del Servicio Secreto oscilan entre los 43.964 y los 74.891 dólares pero pueden recibir primas y tienen derecho a un buen seguro médico, vacaciones y bajas por enfermedad. Los agentes especiales reciben un curso de 10 semanas en Glynco (Georgia) y otro más intensivo de 17 semanas que incluye prácticas de tiro, control de multitudes y nociones de supervivencia. En este enlace hay algunos detalles sobre esa formación.
4. ¿A quién protege?
El Servicio Secreto protege al presidente, al vicepresidente y a su familia inmediata. También protege de por vida a los expresidentes y a sus hijos menores hasta que cumplen 16 años. A los exvicepresidentes y a sus familias sólo los protege durante seis meses después de que dejan el cargo.
Sus agentes protegen también a los mandatarios extranjeros que visitan Estados Unidos y a los “principales candidatos presidenciales” y a sus esposos. Es el secretario de Seguridad Nacional quien determina qué candidatos merecen esa protección y lo hace después de consultar con una comisión donde se encuentran los líderes del Capitolio.
Los criterios que debe seguir esa comisión se definieron en 2008 e incluyen que el candidato haya anunciado su candidatura, que tenga respaldo en las encuestas, que haga campaña en al menos 10 primarias o que haya recibido donaciones por al menos 10 millones de dólares.
5. ¿Qué hace cada año?
El último informe anual del Servicio Secreto corresponde al año 2014 y aporta algunas cifras sobre su labor. Ese año la institución protegió a 26 personas, desarrolló su labor durante más de 6.000 viajes y protegió a 1.242 mandatarios extranjeros de visita en el país.
Sus agentes protegieron al presidente, al vicepresidente y a los expresidentes durante 93 viajes al extranjero: 16 de Barack Obama, 17 de Joe Biden, 18 de Jimmy Carter, 32 de Bill Clinton y 10 de George W. Bush.
La actividad del Servicio Secreto no se redujo a los viajes. En 2014, sus agentes inspeccionaron a las 680.099 personas que visitaron la Casa Blanca, abrieron más de un millón de cartas dirigidas al entorno del presidente y requisaron hasta 804 armas de fuego a la entrada de distintos eventos. También arrestaron a 6.745 personas. Algo que están autorizados a hacer si tienen una sospecha sin orden judicial.
6. ¿Cómo reacciona ante una amenaza?
El Servicio Secreto interroga a quien formula una amenaza contra cualquiera de las personas que protege. La institución anunció este martes en su cuenta de Twitter que era consciente de las palabras de Trump pero no aclaró si interrogaría al candidato o si consideraba una amenaza su referencia a la segunda enmienda.
No es la primera vez que la campaña de Trump recibe la atención del Servicio Secreto. Sus agentes anunciaron en julio que investigarían a Al Baldasaro, que asesora al candidato republicano en asuntos relacionados con los veteranos. Baldasaro había dicho que Hillary Clinton debería ser ejecutada “por traición” por un pelotón de fusilamiento.
“Lo que ha dicho Trump está muy cerca del límite”, decía este martes un exagente del Servicio Secreto a la revista Time.
7. ¿Qué presidentes murieron asesinados?
Cuatro. Antes de la creación del Servicio Secreto, hubo tres magnicidios: los de Abraham Lincoln (1865), James Garfield (1881) y William McKinley (1901). Desde que existe, sólo uno: el de John F. Kennedy en noviembre de 1963.
8. ¿Hubo intentos fallidos?
Muchos. Algunos los describe en detalle el profesor Larry Sabato en su libro The Kennedy half-century. Andrew Jackson fue disparado a bocajarro con dos pistolas que se encasquillaron en 1835 y Lincoln recibió varias amenazas de muerte antes y después de ser elegido. Una que su entorno se tomó muy en serio le llevó a viajar de incógnito en un tren a Washington para su primera toma de posesión.
Theodore Roosevelt sobrevivió en octubre de 1912 a un disparo en un acto de campaña. Le salvó un manuscrito que amortiguó la bala. En diciembre de 1928, la policía argentina detuvo a cuatro anarquistas que se proponían asesinar al presidente Herbert Hoover durante una visita al país.
En febrero de 1933, un anarquista disparó contra Franklin D. Roosevelt en Miami unos días antes de su toma de posesión. A su sucesor Harry Truman intentaron matarlo unos indepedentistas de Puerto Rico en noviembre de 1950.
Diez años después, el Servicio Secreto arrestó a un tipo llamado Richard Pavlick con un coche cargado de dinamita a unos metros de la mansión de los Kennedy en Palm Beach. Su propósito era asesinar a John F. Kennedy antes de su toma de posesión.
Gerald Ford, Bill Clinton y Bush padre estuvieron en el punto de mira durante sus mandatos o justo después de dejar la Casa Blanca. Pero ninguno estuvo tan cerca de morir como Ronald Reagan, que en marzo de 1981 recibió los disparos del desequilibrado John Hinckley, que quería asesinarlo para impresionar a la actriz Jodie Foster.
9. ¿Es suficiente la protección?
Es un debate que se reabre periódicamente cuando queda al descubierto algún agujero de seguridad. Sabato recuerda cómo un predicador californiano se las arregló para entregarle un medallón a George W. Bush unos minutos antes de su toma de posesión en enero de 2001 y cómo ese incidente obligó al Servicio Secreto a revisar los protocolos de seguridad.
En noviembre de 2009 tres personas se colaron en la cena de gala en honor al primer ministro indio y saludaron a Obama. El incidente generó una fuerte controversia entre las autoridades de la capital.
Aun así, la seguridad es mucho mayor que a principios de los años 60, cuando ocurrió el magnicidio de Dallas. 28 agentes protegían a John F. Kennedy aquella mañana y sólo 12 lo acompañaban en la caravana presidencial.
Como explica el profesor Sabato, la limusina descapotable de Kennedy se cruzó a su paso con 200.000 personas. Algunas apostadas en las ventanas de edificios como la que utilizó Lee Harvey Oswald para disparar.
“El magnicidio de JFK era casi inevitable”, escribe Sabato. “No tenía por qué ocurrir ese día. Pero a la luz de muchos factores, uno puede defender de una forma razonable que era improbable que Kennedy sobreviviera a su presidencia”.
Sabato atribuye los errores del Servicio Secreto a la relajación de la seguridad después de seis décadas sin un presidente asesinado y recuerda que la seguridad se reforzó justo después.
Unos días después del magnicidio de Dallas, Lyndon B. Johnson viajó a Nueva York para el funeral del gobernador Herbert Lehman . Lo recogió en el aeropuerto una limusina cerrada acompañada por 35 motocicletas y decenas de agentes. Hasta 2.000 policías protegían los cruces y puentes que había en la ruta y la mujer del presidente llegó en un avión distinto. Johnson había aprendido la lección.
Eduardo Suárez
Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez