Desempleo, crimen y pobreza infantil: la ciudad más conflictiva de Connecticut pone a prueba a Hillary Clinton
Abril 25, 2016
|Bridgeport es un buen resumen de los problemas que han propiciado el ascenso de Bernie Sanders en estas primarias demócratas. En las calles de esta ciudad de Connecticut florecen el crimen y la heroína, hay decenas de locales cerrados y el paro roza el 9,1%, casi el doble de la tasa nacional. Según las cifras oficiales, un 37,6% de los niños de la ciudad vive por debajo del umbral de la pobreza y hay unas 200 personas sin hogar.
El retrato de Bridgeport es similar al de algunas de las peores regiones del Medio Oeste. Pero la ciudad pertenece al condado más rico del estado de Connecticut y al décimo con mayor renta per capita del país. Unos kilómetros al sur, se levantan las mansiones de Greenwich, Darien o New Canaan, donde viven algunos de los millonarios más influyentes de Wall Street.
La historia de Bridgeport es la de muchos centros industriales de Estados Unidos. A mediados del siglo XIX, la ciudad empezó a atraer inmigrantes irlandeses, alemanes e italianos que llegaron a trabajar en una siderurgia de la que fueron brotando fábricas de rifles, cerraduras, fonógrafos, braseros y máquinas de coser.
Durante varias décadas, Bridgeport aprovechó algunas ventajas competitivas. Estaba cerca de Nueva York y Boston, albergaba un puerto bien ubicado y tenía estación de ferrocarril. Aquí nacieron el ‘frisbee’ y la cadena de bocadillos Subway. También el legendario empresario circense PT Barnum, que llegó a ser alcalde de la ciudad.
Y sin embargo las fábricas que forjaron la riqueza de Bridgeport fueron cerrando a partir de los años 70, empujadas por el empuje de países como México o China. Sus empleados abandonaron la ciudad en busca de empleo o de mejores colegios y la ciudad se fue deteriorando por el desastre económico y la corrupción.
Bridgeport se parece mucho al país que retrata Bernie Sanders en sus discursos: consumido por la falta de inversión pública y traspasado por la pobreza infantil y la desigualdad. Por eso llama la atención que no fuera el senador sino Hillary Clinton quien lo eligiera este domingo como escenario de un evento electoral.
Clinton no citó ni una sola vez a su rival por la candidatura demócrata y sí en cambio a sus posibles adversarios republicanos Donald Trump y Ted Cruz. Los sondeos la sitúan muy por delante en los cinco estados que votan el martes y el mensaje de su campaña es inequívoco: ha llegado la hora de empezar a pensar en noviembre. Quizá por eso este martes celebrará su fiesta en el mismo recinto de Filadelfia que a finales de julio albergará la convención.
La candidata demócrata habló de subir el salario mínimo, eliminar la discriminación y crear empleos en el sector de las infraestructuras. Pero introdujo en su discurso de siempre algunos detalles dirigidos al electorado centrista al que aspira a convencer.
Clinton dijo entre aplausos que las propuestas de política exterior de sus rivales republicanos era “peligrosas” y recordó que Trump había dicho que los salarios en Estados Unidos eran “demasiado altos”.
Al final animó a los votantes a responder tres preguntas antes de votar: “¿Puede este candidato producir resultados positivos en tu vida o en la de tu familia? ¿Puede proteger a mi familia y liderar el mundo? ¿Puede unir a este país?”.
La primera pregunta era un dardo dirigido a Sanders y las otras dos, un recado a sus rivales republicanos, cuyo proceso de selección ya no terminará antes de la convención.
“Los republicanos decían cosas buenas sobre mí cuando era senadora o secretaria de Estado”, recordó la candidata, que se presenta como una candidata más realista que su adversario en las primarias. “Estoy seguro de que podemos encontrar un terreno común. Es la única forma en que nuestra democracia funcione”.
Clinton y Sanders se juegan este martes 55 de los 71 delegados que representarán a Connecticut en la convención. Los otros 16 son superdelegados, miembros de la dirección del partido que se eligen al margen de las primarias y que ya han anunciado que respaldarán a la ex secretaria de Estado en la convención.
Sanders lo tiene muy difícil para hacerse con la candidatura demócrata. Pero eventos como el que celebró este domingo en New Haven siguen transmitiendo mucha más energía que los de su rival. Clinton pronuncia un discurso sólido y salpicado de detalles emotivos pero no logra electrizar a los espectadores que han aguardado durante horas en este gimnasio donde llegó a jugar una leyenda del baloncesto: el pívot sudanés Manute Bol, cuyo retrato en tamaño natural se puede ver en un rincón.
El gimnasio es parte del campus de la Universidad de Bridgeport pero apenas hay estudiantes y la mayoría de los que han venido son extranjeros o están aquí por curiosidad.
Los espectadores más fervorosos son puertorriqueños, jubilados de clase media y mujeres de mediana edad. Pero entre el público también hay jóvenes profesionales como los tejanos David Baron y Katie Scott. David trabaja en un banco y Katie en esta sociedad que protege los derechos de los animales.
“Yo apoyo a Hillary desde 2008”, dice Katie. “Muchos de los que apoyan a Bernie Sanders son personas que se han metido en política por primera vez y no se dan cuenta de todo lo que ha hecho Hillary. Supongo que les influye la cobertura adversa que ella ha recibido y que Bernie por ahora no ha tenido. Pero Hillary tiene políticas muy interesantes que mejorarán las cosas que ha conseguido Obama y que ayudarán a hacer este país más fuerte”.
“Es una candidata muy sólida”, asiente David. “Tiene los mismos puntos de vista que yo sobre los asuntos morales y estoy de acuerdo con su política exterior. Además, en asuntos fiscales es muy conservadora a pesar de una demócrata. A Sanders le importa más defender sus ideas que sacar adelante leyes que mejoren las cosas. Sus discursos están llenos de palabras bonitas para excitar a la gente pero poco más”.
No todos los que llenan este gimnasio de Bridgeport tienen decidido qué hará este martes. Jennifer Almonte todavía no ha decidido a quién votar.
Jennifer trabaja como fisioterapeuta, es hija de unos filipinos y vive a un cuarto de hora de aquí. “Siempre he sido seguidora de Hillary pero aún no sé si la voy a votar”, explica. “Ahora estoy aprendiendo ahora mucho sobre economía y tengo la impresión de que Bernie Sanders sería el mejor candidato en este momento pero primero quiero escuchar a Hillary. Me gustaría saber hasta qué punto defiende la clase media y romper los grandes bancos. Me gusta el trabajo que hace en África la Clinton Foundation pero desde el punto de vista de Sanders es una ayuda imperialista. Ya no sé qué pensar”.
La irrupción de Sanders ha hecho dudar a Jennifer, que siempre fue una seguidora de Hillary Clinton y que votó por ella en las primarias de 2008. “Ni siquiera voté por Obama en noviembre de 2008”, desvela. “Obama nunca me cayó bien y luego no cumplió muchas de las cosas que había prometido. Yo dejé de seguir la política y no entiendo por qué Hillary se presenta como una seguidora del presidente”.
Unas horas antes, fue Donald Trump quien visitó Bridgeport en un evento donde agarraron por el cuello a un manifestante y donde el candidato prometió devolver los empleos perdidos a la ciudad. Se antoja difícil que los republicanos ganen Connecticut en noviembre pero el discurso proteccionista de Trump resuena de un modo especial en este lugar deprimido y castigado por el avance de la globalización.
Clinton y Trump se perfilan como vencedores en Connecticut y empiezan a dar forma a ataques que escucharemos durante el otoño. Lugares como Bridgeport, con su desempleo crónico, sus calles vacías y su tasa de pobreza, pondrán a prueba las recetas del ganador.
Eduardo Suárez
Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez