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GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

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Eduardo Suárez

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Eduardo Suárez

Así sufrirá Hillary Clinton para atraer a los seguidores de Sanders: “Es una víbora y nunca votaría por ella”

Abril 27, 2016

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Eduardo Suárez

Así sufrirá Hillary Clinton para atraer a los seguidores de Sanders: “Es una víbora y nunca votaría por ella”

Arropado por los muros dorados del vestíbulo de su edificio insignia, Donald Trump se presentó este martes como el elegido para derrotar en noviembre a Hillary Clinton pero antes le dio un consejo al senador que ha sido su adversario durante las primarias demócratas: “Bernie debería presentarse como independiente. Los demócratas le han tratado fatal y debería enseñarles lo que es bueno”.

El objetivo de Trump era arrojar un dardo a la mujer que se perfila como su rival en las elecciones de noviembre pero sus palabras reflejan el problema más urgente que debe resolver el entorno de Clinton: cómo integrar a los jóvenes idealistas que se han volcado en la campaña de su rival.

Al igual que hizo Obama en 2008, Sanders ha movilizado a una generación que hasta ahora no se había interesado por la política y que podría quedarse en casa en noviembre. Clinton es consciente de ese problema y por eso en sus discursos hay cada vez más referencias a las causas que ha defendido su adversario durante estas primarias: la subida del salario mínimo, la influencia de Wall Street y sobre todo la denuncia de la desigualdad.

Girar a la izquierda es un riesgo para la candidata demócrata. Los insultos de Trump le ayudarán a llevar a las urnas a los hispanos y a las mujeres. Pero el lenguaje demagogo y proteccionista del candidato republicano puede robarle votos entre los pequeños empresarios y entre la clase obrera blanca del Medio Oeste, cuyo respaldo suele decidir la carrera presidencial.

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Como escribió aquí Juliana Jiménez, la campaña de Sanders se alimenta de la energía que brotó de las protestas para subir el salario mínimo y de las marchas de Occupy Wall Street.

A medida que se acerca a la derrota, el senador debe decidir qué hacer con una campaña que se parece cada vez más a un movimiento. Por ahora ha anunciado que no tirará la toalla antes del final de las primarias.

Algunos creen que su objetivo es incluir la lucha contra la desigualdad en las protestas de su adversaria. Este artículo va más lejos y dice que Sanders quiere que Clinton lo elija como aspirante a la vicepresidencia. Lo dice por esta frase en la que el senador presumía de su triunfo en Rhode Island: “Éste es el único estado con unas primarias abiertas en el que los independientes han decidido el resultado. Los demócratas deben reconocer que el ‘ticket’ con más posibilidades de ganar en noviembre debe atraer apoyo de los demócratas pero también de los independientes y estoy orgulloso de mi campaña en ese sentido”.

A priori Sanders no parece la mejor elección para Clinton, a la que le conviene un segundo más joven, más centrista y quizá miembro de una de las minorías que llevaron a Obama a la Casa Blanca. Muchos mencionan aspirantes como los afroamericanos Cory Booker o Deval Patrick o los hispanos Julián Castro o Tom Pérez.

El discurso extremo de Sanders crearía tensiones dentro de la campaña demócrata. Pero su ausencia crearía un vacío peligroso para miles de jóvenes que han llegado a la política de la mano de su campaña y que perciben a Clinton como una candidata corrupta o poco de fiar.

Dos días antes de su derrota por la mínima en Connecticut, Sanders celebró un evento en New Haven en un parque junto a la Universidad de Yale. Esta universitaria sin papeles explicó por qué se había enrolado en la campaña, el cantante Michael Stipes definió al senador como un hombre íntegro y miles de jóvenes hicieron cola durante horas para escuchar un discurso que habían oído muchas veces por televisión.

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“¡Sigue en la campaña!”, decía una mujer en un cartel escrito en mayúsculas con tiza azul mientras un pastor afroamericano se hacía una foto con una silueta de cartón con la efigie de Sanders en tamaño natural. Unos minutos antes, el candidato había suscitado los abucheos de la plaza al mencionar los donantes millonarios de su adversaria y los discursos que pronunció para algunas entidades de Wall Street.

¿Votarán estos jóvenes por Clinton en noviembre? La amenaza de Donald Trump movilizará a los hispanos pero otros podrían quedarse en casa. “Lo que me gusta de Bernie es que no se vende y que es un tipo de fiar”, me dijo el domingo Siobhan Murray, que votó por correo y que trabaja en una empresa que fabrica motores para el Pentágono. “No estoy seguro de que pueda subir el salario mínimo y hacer que la universidad sea gratuita pero me gusta que sea un tío ético y nunca votaría por Hillary. Es una estafadora y una mala persona. Nunca podría votarla. Antes votaría por [el libertario] Gary Johnson o por alguno de los candidatos de terceros partidos”.

Es habitual escuchar argumentos así en los eventos de Sanders. Sus seguidores son muy maximalistas y se parecen menos a los de Clinton que a los de Ron Paul, el libertario republicano que atrajo en 2012 a su campaña a jóvenes que protestaban contra los abusos de los bancos y contra las intervenciones militares en el exterior.

Las propuestas de Paul están en las antípodas de las de Sanders. Pero la energía y el perfil de sus seguidores es muy similar. ¿Se entregarán a la pragmática maquinaria de los Clinton para derrotar en noviembre a Trump?

Corey Exposito y Muhidin Hasanovic, que estudian en Yale, tienen muy claro que no lo harán. “Yo soy demócrata y voté por Obama pero nunca votaría por Hillary porque es una víbora”, me explicó Hasanovic. “Mire lo que pasó con el ataque de Bengasi. ¡Mintió en todo! Es una marioneta de Wall Street”.

Ni los carteles ni las palabras de los seguidores de Sanders en New Haven auguran una transición fácil para Clinton, que deberá hacer algunos gestos hacia su rival.

Integrar al perdedor es esencial para el ganador antes de encarar las generales. Como recuerda este artículo, las derrotas del republicano Gerald Ford y de Jimmy Carter tuvieron mucho que ver con sus problemas para integrar a los seguidores de sus escorados adversarios durante las primarias: el republicano Ronald Reagan en 1976 y el demócrata Ted Kennedy en 1980.

No son los únicos casos. En 1964 republicano Barry Goldwater ignoró a quienes le pedían que integrara el discurso moderado de su rival Nelson Rockefeller y sufrió una dura derrota electoral. En 1988 el demócrata Michael Dukakis optó por no llevar en su ‘ticket’ al reverendo negro Jesse Jackson y su decisión desmovilizó a los votantes afroamericanos, que se quedaron en casa y ayudaron a ganar a George H. W. Bush.

El entorno de Clinton podría optar por una vía intermedia que no requiera elegir a Sanders como aspirante a la vicepresidencia. Por ahora la candidata ya ha adoptado el tono y algunas de las propuestas del senador pero podría ir más lejos escogiendo como segunda a la senadora Elizabeth Warren, que se ha distinguido por un discurso similar al de Sanders y por su lucha contra los abusos de Wall Street. ¿Ayudaría elegir a Warren en los estados decisivos? ¿Tendría sentido un ‘ticket’  femenino? ¿Crearía tensiones en la campaña una voz con tanta personalidad?

Son preguntas que deberá responder Clinton en los próximos dos meses. Entretanto, seguirá haciendo guiños para convencer a esos jóvenes que por ahora no se fían de ella y de los que depende el futuro de su carrera presidencial.

    Eduardo Suárez

    Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez

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