Así ha cortejado Hillary Clinton a los republicanos durante la convención
Julio 29, 2016
|
Antes de labrarse un nombre como demócrata, Hillary Clinton hizo campaña por dos candidatos republicanos: por el conservador Barry Goldwater en 1964 y por el pragmático Nelson Rockefeller cuatro años después.
A finales de los años 60, abandonó el partido espantada por el tono racista de la campaña de Nixon, conoció en una biblioteca de Yale a un joven de Arkansas y todos sabemos lo que ocurrió después.
La candidata no suele airear sus orígenes republicanos, ensombrecidos por sus años como primera dama, senadora, secretaria de Estado y candidata presidencial. Pero esta convención ha estado llena de guiños a sus adversarios políticos y avanzan una estrategia de campaña dirigida a captar el respaldo de republicanos que no se atreven a votar por Trump.
No es una estrategia nueva. Lyndon B. Johnson hizo algo similar al lanzar este anuncio en su única carrera presidencial.
El vídeo es un monólogo interpretado por el actor Bill Bogert, que explica a un republicano asustado por el discurso extremista del candidato Goldwater y por el respaldo de algunos grupos racistas en estados del Sur.
“No me siento culpable de ser republicano”, dice Bogert mirando a cámara. “Mi padre es republicano y lo fue también su padre y toda la familia. Yo voté por Eisenhower y por Nixon pero hay algo distinto en el senador Goldwater. Me da la impresión de que estamos ante un hombre muy diferente. Este hombre me da miedo. Si el líder del Ku Klux Klan apoya al candidato de mi partido, una de dos: o ellos no son republicanos o no lo soy yo”.
Johnson se las arregló para presentar a Goldwater como un candidato demasiado extremista pero también como un tipo que no estaba preparado para gobernar.
Goldwater llevaba 12 años en el Capitolio y había ganado su escaño derrotando al líder demócrata en el Senado. Clinton lo tiene mucho más fácil que Johnson: se enfrenta a un candidato que no ha ejercido ninguna responsabilidad pública y que nunca hasta ahora ha competido en una campaña electoral.
“Muchos republicanos votaron por Johnson en 19964 porque Goldwater les parecía demasiado radical”, explica Barbara Perry, directora de estudios presidenciales del Miller Center. “La campaña de Clinton intenta ahora atraer a republicanos pero lo tiene más difícil. Lleva casi 40 años en la vida pública y tiene una imagen muy negativa entre los republicanos. Puede tener alguna opción entre los independientes conservadores de estados como Pensilvania u Ohio, cuyo gobernador John Kasich no ha pedido el voto para Trump. Un tercio de los votantes americanos se declara independiente y el discurso que pronunció Michael Bloomberg puede sonarles bien”.
Bloomberg se dirigió expresamente a esos independientes pero hubo detalles más sutiles. La forma en que Barack Obama describió a sus abuelos de Kansas, los elogios de varios militares o el relato de Leon Panetta de la operación contra Osama bin Laden son una incursión en asuntos importantes para los republicanos: la América rural, el cuidado del Ejército o la seguridad nacional.
Así cabe comprender también la elección como escudero de Tim Kaine, que habló aquí de su fe, del pequeño negocio de su padre y del padre de su esposa: el gobernador republicano Linwood Holton, que ayudó a propiciar en Virginia el fin de la segregación racial.
“Todavía es republicano pero vota por muchos demócratas hoy en día”, dijo Kaine sobre su suegro, que escuchó el discurso junto a su hija en uno de los palcos de la convención.
El objetivo de la campaña es convencer a republicanos moderados como Holton de que esta vez deben abandonar al candidato de su partido y votar por su rival. Ronald Reagan logró una hazaña similar al seducir a demócratas blancos de clase obrera en las campañas de 1980 y 1984. Pero Clinton es una candidata más torpe e impopular que el presidente republicano. Lleva demasiados años en política y suscita rechazo entre los votantes del partido rival.
Y sin embargo el entorno de Clinton cortejó a los republicanos de un modo más explícito en la última noche de la convención. Dos republicanos se dirigieron a los delegados: la activista Jennifer Pienotti Lim y el californiano Doug Elmets, que trabajó en la Casa Blanca a principios de los años 80. Elmets dijo una de las frases más aplaudidas emulando al demócrata Lloyd Bentsen: “Donald Trump, yo conocí a Ronald Reagan. Tú no eres Ronald Reagan”.
El objetivo era rebatir a quienes presentan a Trump como un candidato similar al presidente favorito de los republicanos por su condición de outsider. Reagan llegó a la Casa Blanca después de ejercer durante ocho años como gobernador de California y su carácter era muy distinto del de Trump.
Clinton no lo tiene fácil para atraer votantes republicanos. “Le será más fácil atraer a los donantes y a las elites de los republicanos que los votantes del partido”, me dice Larry Sabato, director del Center for Politics de la Universidad de Virginia y autor del libro ‘The Kennedy Half Century’.
“Trump es un tipo insufrible para quienes financian al partido y para figuras como Romney o como los Bush”, dice Sabato. “Pero vivimos en un mundo muy polarizado y Trump va a ganar entre un 80% y un 90% de los votantes republicanos. La inmensa mayoría no soporta a Hillary. Casi todos se taparan la nariz y votarán por Trump. Pero Clinton debería reclutar a republicanos próximos a Bush. Eso le permitirá atraer dinero y proyectar una imagen de candidata de consenso”.
Por ahora ningún legislador republicano ha pedido el voto para Hillary Clinton pero algunos simpatizantes del partido sí. Es el caso de Ricardo Reyes y John Stubbs, dos personas que trabajaron para el Gobierno federal durante la presidencia de George W. Bush y que ahora han fundado R4C16, una organización dirigida a convencer a los republicanos de que deben votar por Clinton para derrotar a Trump.
“Un voto de protesta estaría bien en cualquier otra elección pero no en ésta”, decía Reyes este martes a la revista ‘Time’. “Esta elección es demasiado importante y la gente debe dejar a un lado sus sentimientos y pensar en lo mejor para su país”.
Eduardo Suárez
Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez