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GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

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Eduardo Suárez

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Eduardo Suárez

El debate de Carly

Septiembre 17, 2015

GOP 2016 Debate

Carly Fiorina durante el debate republicano en la Biblioteca Presidencial de Ronald Reagan en Simi Valley./AP

Carly Fiorina mantuvo el gesto impasible mientras el presentador de la CNN recordaba el comentario de Donald Trump crítico con su aspecto y mientras su rival intentaba arreglarlo en el debate diciendo que ella es “guapa”. Tampoco sonrió cuando la audiencia la aplaudió con entusiasmo por su frase: “Las mujeres de todo el país escucharon claramente lo que dijo Trump”. Con su tono de voz constante y rotundo, Fiorina se convirtió en el debate de este miércoles en el antídoto más eficaz contra Trump, siempre circense, chistoso y gritón.

Su soltura en el primer debate en agosto sacó a Fiorina del grupo de los rezagados, los que rondan el uno por ciento en intención de voto y han quedado relegados otro encuentro anterior al principal tanto en Fox News como en la CNN. Fiorina sigue a la cola de las encuestas y ni siquiera habría estado en el debate de primera clase con otros diez candidatos si su campaña no hubiera insistido para que la CNN cambiara las reglas y admitiera aspirantes que en algún momento de agosto han estado entre los diez primeros.

Pero Fiorina fue la más hábil durante el debate para mezclar su condición de “outsider” tan de moda en esta carrera con la impresión de solidez y control que les falta a Ben Carson y a Trump. Su seguridad y el contraste con la provocación pueden elevarla en una carrera que sigue dominada por el ruido del líder en las encuestas. El espíritu agresivo que la hizo famosa en el mundo empresarial se traduce ahora en fuerza sin llegar a la arrogancia de Trump. Su energía claramente la ayudó en el debate del miércoles, donde consiguió más tiempo gracias a sus interrupciones: de hecho, fue la tercera que más habló, unos 13 minutos y medio, gracias a que fue también la que más cortó a sus rivales, incluso más que Trump.

Pero una vez que Fiorina está en el centro de atención también pueden ser más evidentes sus puntos débiles. Como Trump, presume de gestión empresarial, algo que no tiene el neurocirujano retirado Carson dentro del grupo de los no políticos. Pero también como Trump, embellece su historia. El ascenso de Fiorina en la industria tecnológica no acabó tan bien como ella lo pinta ahora.

Si bien llegó a ser una de las mujeres más poderosas de la empresa estadounidense (fue nombrada por Forbes durante seis años seguidos la más influyente de las finanzas), su salida de Hewlett-Packard en 2005 fue tormentosa y su legado ha sido criticado durante años.

Carly, como era habitualmente conocida, fue obligada a dimitir como consejera delegada por el consejo de administración, convencido de que se estaba equivocando en la gestión de la empresa, con adquisiciones arriesgadas en plena crisis, como la de los ordenadores Compaq, y la dispersión de productos.

En 2010, cuando se presentó sin éxito al Senado en California, Arianna Packard, la nieta del fundador David Packard, escribió una carta a senadores republicanos que la apoyaban acusándola de haber “casi destruido” la empresa de su abuelo. HP sigue sin recuperarse de la crisis de los años 2000. La compañía acaba de anunciar que despedirá hasta a 30.000 personas. En los últimos años, ha echado a unas 55.000.

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