Así se sienten los jóvenes seguidores de Sanders: “No me fío de Hillary, siento que es otra Obama”
Abril 19, 2016
|El reloj se acerca a las siete de la tarde y el sol empieza a esconderse detrás de los rascacielos de Nueva York. Miles de seguidores aguardan la llegada de Bernie Sanders enfrente del edificio de Naciones Unidas, muy cerca del lugar donde se crió Donald Trump.
La mayoría son adolescentes y universitarios que no pudieron votar por Barack Obama pero que desconfían de la candidata que se presenta como la mujer llamada a preservar su legado. No quieren otra demócrata tibia. Están aquí porque quieren hacer la revolución.
La revolución es un anciano que se presenta como socialista y seguidor del papa Francisco y cuyo gran activo es su independencia del dinero de Wall Street.
Esta vez Sanders se hace esperar. Antes hablan una joven demócrata, un líder sindical, un cineasta y un actor afroamericano pero ninguno suscita el entusiasmo del viejo senador, que sube al escenario cuando empieza a oscurecer.
El discurso de Sanders es el mismo que en Iowa: hay referencias al salario mínimo, a la liberalización del cannabis y a la universidad gratuita. Pero algunos detalles destacan con respecto a sus palabras en otros estados.
El senador subraya la relación de Hillary Clinton con las grandes instituciones financieras. Al otro lado del río se encuentran las sedes de bancos de inversión como Goldman Sachs, donde la candidata recibió hasta 225.000 dólares por pronunciar un discurso cuyo contenido ahora no quiere revelar.
“Debe de ser un discurso extraordinario y lleno de claves sobre las crisis globales que sufrimos y debe de estar escrito en una prosa digna de Shakespeare”, dice con sorna Sanders entre los abucheos de sus fieles antes de añadir que le encantaría que le invitaran a pronunciar un discurso en la sede de uno de los grandes bancos: “Les hablaría de las cosas horribles que les han hecho a los americanos. La estafa es su modelo de negocio”.
A la derecha de Sanders aplauden los empleados de la empresa Verizon, en huelga desde hace unos días para mejorar sus condiciones laborales. En torno al senador, una amalgama de jóvenes y algún viejo rockero de las causas progresistas. Suenan los acordes de los Beach Boys, David Bowie y Simon & Garfunkel. Por unas horas este extremo de Queens es el epicentro de la revolución.
Un joven de origen polaco lleva una camiseta donde un rayo golpea la Casa Blanca y un afroamericano luce otra que reproduce el momento en el que Sanders fue arrestado por defender los derechos civiles. Varias adolescentes muestran piernas o brazos cubiertos de tatuajes y varias musulmanas llevan con orgullo sus hiyabs.
No todos los seguidores del senador responden a los estereotipos. Un treintañero con gafas de pasta hace tiempo leyendo la biografía de Alexander Hamilton, un cincuentón con media melena ofrece algunas nociones de numerología a un reportero de la televisión alemana y una mujer estudia gaélico con la ayuda de un libro que memoriza mientras espera en un rincón.
“Era la lengua de mi madre escocesa”, dice la mujer, que se llama Laurie y está aquí porque no quiere que Hillary Clinton gane en Nueva York. “Yo no tengo ningún recuerdo bueno de los años de los Clinton en la Casa Blanca y nunca votaría por ella porque no quiero más guerras. ¡Fíjese lo que hizo con Libia! Fue una secretaria de Estado terrible y no sería una buena presidenta. Hay quien dice que Bernie es demasiado viejo o demasiado progresista. ¡Yo votaría por un candidato aún más progresista si lo hubiera!”.
Laurie votó por Barack Obama en 2008 y 2012. Muchos de quienes la acompañan en este acto eran demasiado jóvenes entonces para votar.
Uno de esos jóvenes es Manpreet, una estudiante del Hunter College que no tiene dudas sobre su voto. “Me encanta Bernie Sanders”, me dice. “No me fío de Hillary. Siento que es otra Obama. No creo que hiciera nada por la clase media. A Bernie le importa ayudar a las personas y no a las grandes empresas. Por eso estoy con él”.
El mensaje de Sanders seduce a los jóvenes por su autenticidad. Pero los sondeos le auguran una derrota que le alejaría de la candidatura demócrata y le dejaría sin margen de maniobra en la convención. Por eso el candidato subraya en sus discursos la impopularidad de Clinton y sus puntos débiles como candidata en las generales. Este martes sabremos hasta qué punto ese mensaje ha calado entre la mayoría de la población.
“Yo soy estudiante y me gustaría que el próximo presidente subiera el salario mínimo y rebajara los gastos militares”, dice Manpreet antes de escuchar a su ídolo. “Me gustaría que la universidad fuera si no gratuita al menos más barata. Hay mucha gente inteligente que no puede estudiar porque las tasas son demasiado altas. Por eso quiero que gane Sanders: eso tiene que cambiar”.
Eduardo Suárez
Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez