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GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

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Eduardo Suárez

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Eduardo Suárez

Así descifran las palabras más polémicas de Trump sus seguidores en una de las ciudades más deprimidas de Pensilvania

Agosto 13, 2016

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Eduardo Suárez

Así descifran las palabras más polémicas de Trump sus seguidores en una de las ciudades más deprimidas de Pensilvania

Los sondeos auguran que Donald Trump está nueve puntos por detrás de su adversaria demócrata en Pensilvania: un estado sin el cual tiene casi imposible llegar a la Casa Blanca. Quizá por eso dedicó una parte de su intervención aquí a sembrar dudas sobre el resultado de las elecciones y a animar a sus seguidores a recorrer los centros de votación para evitar cualquier irregularidad.

“En mi opinión, sólo perderemos en Pensilvania si hay fraude”, dijo el candidato republicano. “De verdad lo creo porque he estado en Erie y estaba la sala igual que aquí. Tenemos que llamar a las fuerzas del orden, a los sheriffs y a los jefes de policía y a cualquiera que esté pendiente. Espero que ustedes voten. Pero también espero que el 8 de noviembre vayan a examinar otros centros de votación y se aseguren de que todo está bien porque es alucinante que no exijan identificación para votar”.

Las palabras de Trump sugieren que Estados Unidos tiene un problema grave de fraude electoral pero eso no es cierto. Así lo demuestra este informe que ha publicado ahora el profesor Justin Levitt y que reproduce este viernes el Washington Post.

Levitt ha estudiado de forma exhaustiva cada proceso electoral de las últimas dos décadas y las cifras hablan por sí solas: apenas hay 31 casos de fraude entre 1.000 millones de votos emitidos desde el año 2000.

El candidato republicano apuntó a Pensilvania porque es un estado que necesita para ganar y porque es uno de los estados que no ha aprobado una ley que exija presentar una identificación a la hora de votar.  Esas leyes se han aprobado en 15 estados gobernados por los republicanos y han recibido críticas de organizaciones de hispanos y afroamericanos, que consideran que son una forma de poner obstáculos a personas con problemas económicos que no lo tienen fácil para conseguir una identificación. Hace unos días, dos tribunales dejaron sin efecto las leyes aprobadas en Carolina del Norte y Dakota del Norte al demostrar que los republicanos las habían aprobado con el único objetivo de reducir el voto de comunidades que suelen votar por el partido rival.

No fue la única afirmación polémica que Trump hizo durante el evento de Altoona. El candidato dijo que los atentados de París no habrían ocurrido si hubiera habido personas armadas entre las víctimas, dijo que los periodistas tergiversaban sus palabras y animó a la audiencia a abuchear a quienes estábamos presentes al final de la sala, en un entorno vallado del que la seguridad no permite salir.

Es un mensaje que ha calado entre algunos de sus seguidores, que los medios ignoran los errores de Hillary Clinton y magnifican las declaraciones más polémicas de Trump. Otros admiten que el candidato republicano dice a veces cosas que no debería decir. Pero no lo ven como algo negativo sino como la prueba del nueve de que no es un político al uso y como uno de los motivos por los que merece la pena votar por él.

Es el punto de vista de Teresa Shestak, una joven que se para hablar conmigo a la salida del evento y que se distingue entre la muchedumbre porque luce un disfraz de superhéroe que estrenó en una convención republicana y que sobre el pecho lleva el nombre de Trump.

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“Dice algunas cosas que van demasiado lejos pero sus ideas en general me parecen muy sólidas”, me dice cuando le pregunto por la reacción de Trump a las palabras de los padres del capitán Khan o a sus insultos a mujeres como Megyn Kelly. “Muchos políticos piensan esas cosas pero no las dicen. No es algo tan importante”.

Shestak vive en Altoona y su historia se ajusta al estereotipo que los medios hemos construido sobre los votantes de Trump. Se enroló en la universidad porque su sueño era graduarse como ingeniera. Pero se vio obligada a dejarlo porque no tenía dinero suficiente para pagar la matrícula y hoy trabaja como camarera en un restaurante de comida rápida de la ciudad.

“Muchos se presentan a las elecciones para escalar peldaños en la política pero Trump no”, dice sobre el candidato. “Él tiene sus propias empresas y de pronto piensa: ‘El sistema está podrido y yo lo voy a arreglar’. ¿Qué hay de malo en ello?”.

Su historia es un reflejo de muchos de los problemas de esta ciudad: un nudo ferroviario que prosperó hasta la mitad del siglo pasado y que desde entonces ha vivido un largo declive que empuja a muchos de sus jóvenes a buscarse la vida en otro lugar.

Quienes se quedan se ven obligados a aceptar empleos mal pagados en supermercados o restaurantes de comida rápida. Sólo una porción muy pequeña de los habitantes de Altoona sigue viviendo del ferrocarril.

“Necesitamos un cambio”, dice Liza Smith, que está aquí con su hijo Nicholas, que se graduó como abogado pero trabaja por 8,75 dólares la hora como guardia de seguridad.

“Estoy aquí porque necesitamos un cambio”, dice Nicholas. “Trump no es un político y por eso creo que puede lograr ese cambio. Si llega a la Casa Blanca, hará lo que quiera y no lo que le digan los poderosos”. Su madre disculpa las palabras del candidato sobre el ISIS: “No es un tipo políticamente correcto y eso está bien. No dice lo que la gente quiere oír sino lo que le da la gana. Preferimos oír a alguien así y no a políticos que leen discursos que han escrito otros”.

Trump dijo esta semana varias veces que Obama era el fundador del ISIS. Algún entrevistador amable llegó a sugerirle que quizá intentaba decir otra cosa pero el candidato subrayó que eso era justo lo que quería decir. Este viernes, en cambio, Trump dio un giro y aseguró que lo había dicho en un tono sarcástico. Dijo también que eran los medios los que habían tergiversado su afirmación.

Seguidores de Trump en Altoona. / Eduardo Suárez

Seguidores de Trump en Altoona. / Eduardo Suárez

Los seguidores de Trump no se ponen de acuerdo sobre lo que quiso decir.

“Lo único que importa es que Obama no nos ha ayudado lo que debería a acabar con el ISIS y el motivo es que no ha atajado la inmigración ilegal. Yo estoy a favor de la inmigración legal pero no a favor de la inmigración ilegal y yo creo que ése es el motivo por el que no hemos acabado con el ISIS”, me dice el veterano Mark Portante.

“Le voy a explicar lo que quiso decir”, dice Scott Alter, un ingeniero barbudo que conduce de vez en cuando para Uber y que apoya a regañadientes a Trump. Por supuesto, Obama y Hillary no fundaron ni financiaron al ISIS pero sí son responsables de su ascenso. Recuerde lo que ocurrió en Libia o en Egipto. Yo tengo 42 años y era un muy joven cuando Gadafi era como Bin Laden. Pero luego se calmó y hizo algunas cosas buenas por su pueblo. No todo lo que hizo era bueno. Pero fuimos a la guerra, lo derrocaron y lo que vino después fue mucho peor. Lo mismo ocurrió con Mubarak en Egipto. ¿Qué ocurre con Asad en Siria? No es un buen tipo. ¿Pero quién va a llenar ese vacío? Supongo que eso es lo que Trump quiso decir”.

Alter reconoce que Trump no usó una expresión muy afortunada pero asegura que esas palabras son parte de su encanto: “Dice cosas estúpidas pero yo no soy un político y también las digo. Quizá por eso la gente se identifica con él. A mí me pasa. Yo he notado que empiezo a defenderle porque me pasa lo mismo: a veces digo cosas que no quiero decir. Es como John Wayne: dispara primero y pregunta después”.

El coche de uno de los seguidores de Trump en Altoona. / Eduardo Suárez

El coche de uno de los seguidores de Trump en Altoona. / Eduardo Suárez

Más peregrina es la teoría de Andy Wiltmyer, un hombre de unos 50 años que está en paro desde hace unos meses y que antes trabajaba para un club. “Donald Trump es un trol professional y hace eso porque es lo que se espera de un personaje como él”, me dice. “Sin embargo, creo que en parte tiene razón cuando dice que Obama es el fundador del ISIS. Yo sí creo que a Estados Unidos le interesa financiar de forma encubierta a sus enemigos alrededor del mundo para enviar soldados a otros países. Yo creo que estamos muy cerca de ir a la guerra en Siria y eso no me gusta. Por eso no me extrañaría que el ISIS fuera una especie de operación encubierta creada con dinero de la CIA”.

Wiltmyer todavía no ha decidido su voto. Cree que votará por Trump en noviembre pero no se fía del candidato republicano: “A veces me pregunto si no estará trabajando en secreto para Hillary Clinton. Trump siempre fue amigo de los Clinton. Les invitó a su boda y jugó con ellos al golf en varias ocasiones. Hasta 2012 Trump era demócrata: estaba a favor del aborto y de la Sanidad pública. Me parece una locura el giro que dio hace cuatro años. Quiero pensar que mis sospechas no son ciertas pero nunca se sabe. Lo voy a observar”.

    Eduardo Suárez

    Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez

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