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GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

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Eduardo Suárez

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El miedo a abrir la puerta: “Los hispanos temen hablar con las campañas por las redadas aunque sean ciudadanos”

Febrero 01, 2016

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María Ramírez

El miedo a abrir la puerta: “Los hispanos temen hablar con las campañas por las redadas aunque sean ciudadanos”

 

Mónica Reyes acompañó hace unos días a su amigo Chris Enriquez a informar de puerta en puerta sobre los caucus en los barrios más hispanos de Des Moines. Los dos son jóvenes, hablan español y tienen una actitud amable. Pero Mónica se dio cuenta de la desconfianza de los vecinos.”Uno no más abrió la puerta un poquitico para hablar. Cuando informamos de lo que estábamos haciendo abrió la puerta un poco más. Pero no quería abrirla del todo. Lo entiendo”.

Desde principios de enero ha habido varias redadas en busca de inmigrantes indocumentados en sitios como Des Moines, Marshalltown, Storm Lake y Waterloo, la ciudad de unos 68.000 habitantes a dos horas de Des Moines donde vive Mónica. En su barrio también corren las historias sobre agentes que aprovechan la presencia de operarios del cable o de los voluntarios de los caucus. En la zona de casas prefabricadas de Waterloo, algunos vecinos han dejado de llevar a sus hijos al colegio por miedo a las redadas.

“Hay mucha confusión. Se teme que los agentes de inmigración vayan a ir disfrazados de otra cosa, por ejemplo tocando la puerta como si fueran a registrar votantes”, explica Mónica. Su hermano es ciudadano y ahora que puede votar le llega mucha información electoral a casa igual que los visitantes de las campañas. Pero Mónica y su hermana no tienen papeles. Ella se dedica a fomentar la participación de sus vecinos en la vida pública, pero aconsejó prudencia a su madre. “Después de las redadas, le dije, ‘no creo que sea buena idea seguir abriendo la puerta'”.

Con su hermana, Mónica ha fundado DreamIowa, una organización para ayudar a los jóvenes inmigrantes como ella. El 17 de enero hicieron su primera “cumbre”. En la puerta, había voluntarios de las campañas que quisieron acudir: las de Hillary Clinton, Bernie Sanders, Martin O’Malley y Jeb Bush. Pero el encuentro se convirtió enseguida en un foro de preguntas sobre las últimas redadas y sobre la situación migratoria. Acudieron casi 90 personas. La mayoría eran ciudadanos, aunque muchos tenían conocidos y familiares preocupados por sus derechos. “Queríamos hablar más de los candidatos, pero por las redadas tuvimos que cambiar. Fue una pena”, cuenta.

Little México

Mónica relata su historia en una mesa junto a la ventana del restaurante La Michoacana de Waterloo, frente a un mural de tonos muy vivos y donde se escucha casi sólo español. “Este lugar es muy conocido”, dice. Es un barrio de latinos de una ciudad que empezó con una comunidad arraigada de afroamericanos. En los años 90 llegaron mexicanos y bosnios, atraídos por el trabajo en plantas de empaquetado y de maquinaria agrícola. Ahora, hay una importante comunidad birmanos.

Waterloo está al norte de Marshalltown, donde la planta JBS, de procesado de carnes, llevó en los años 80 a mexicanos de Michoacán para que trabajaran en el lugar, que apenas era entonces un cruce de carreteras. Poco a poco el pueblo se fue desarrollando, con iglesias y un ayuntamiento vistoso. En Michoacán corrió la voz de que la vida era mejor allí según parecía por quienes mandaban dinero a casa: eso a atrajo a más inmigrantes. Hoy todavía se conoce Marshalltown como “Little Mexico”.

Mónica llegó a Iowa después de un largo viaje. Cruzó de México a California en 1993, cuando iba a cumplir cuatro años. Su familia estaba preparada para viajar y el coyote les aconsejó que cambiaran de nombre. Era pequeña y no entendía por qué tenía que decir que se llamaba “Sara”. Se puso tan insistente que el coyote no quiso que Mónica y su madre viajaran con él: “Esta niña nos va a delatar”, dijo. Las dos se separaron del resto de la familia y tuvieron que cruzar el desierto.

Su madre estaba desesperada. Había crecido en una familia de clase media en Sinaloa, pero se había ido de casa para estudiar contabilidad. El padre de Mónica quería ser abogado, pero acabó vendiendo drogas y arrastró a la familia a la pobreza. Mónica cuenta sin titubear cómo ella estuvo a punto de morir por una neumonía con pocos meses que cogió en la chabola hecha de sábanas donde vivían. Su madre huyó de casa cuando el padre de Mónica le dio una paliza que hizo peligrar su vida.

“No creo que yo estuviera viva en México”, dice Mónica.

Tenía seis años cuando se mudó a Marshalltown, pero creció en un pueblo más pequeño y más blanco que a su madre le parecía también más seguro. En su instituto, Mónica fue durante tres años la única latina y la única miembro de una minoría hasta que su hermana entró en la escuela. Pero ella siempre presumió de tradiciones mexicanas con otros estudiantes. “En vez de tratar de ser más güera, yo usaba mi cultura para enseñar a los demás”, dice. En los viajes escolares, llevaba una bolsa llena de dulces mexicanos, chile, mango o papaya. Ayudaba a sus amigos a aprender español. En la Universidad, en su clase de oratoria, hizo una presentación sobre la cumbia. “Quería compartir mi cultura más que ser igual que todos”.

“Iowa es un buen lugar. Hay muchas oportunidades. Hay mucha gente buena. Siempre me sentí muy bien recibida, no como en otros estados. Mucha gente cree que Iowa es muy white, pero no es así, es una joya escondida en Estados Unidos”, dice.

Gracias al decreto de la Administración Obama para jóvenes inmigrantes (DACA) tiene permiso de conducir y ha podido estudiar sin miedo a ser deportada. Estaba a punto de volver a México, cansada de no poder estudiar o trabajar como quería, cuando justo llegó la decisión del presidente en verano de 2012. Rellenó la aplicación para ser dreamer en dos días y fue una de las primeras en conseguir esta protección en Iowa. Pero la medida es temporal y Mónica teme que “depende de quién sea el presidente” su situación cambie.

Ahora trabaja en un banco para explicar los servicios financieros a la comunidad y ayuda a jóvenes como voluntaria. Además en DreamIowa trabajan ya casi una veintena de personas.

Bernie Sanders llegando al evento de Waterloo este domingo./REUTERS

Bernie Sanders llegando al evento de Waterloo este domingo./REUTERS

Un mensaje para los demócratas

En esta campaña, Mónica ha hablado con Sanders, Clinton y O’Malley. De los republicanos, sólo con Jeb Bush. Su hermana fue a un evento de Marco Rubio con su marido, que es ciudadano, y su bebé. Después de oírle hablar de la importancia de la familia, le preguntó “por qué quería separar a familias como la suya”. Rubio contestó que “hay leyes” que respetar. Su actitud “dolió” a su hermana y a su esposo. “Él es ciudadano y va a votar”, recalca Mónica.

Sólo O’Malley ha hablado con claridad de una reforma migratoria. En cambio, en un evento de Sanders en septiembre en Des Moines donde fueron muchos jóvenes latinos el candidato contestó con evasivas a las preguntas sobre inmigración. “Sanders no habla sobre inmigración solito. Le tienen que preguntar y preguntar”, dice Mónica. Después de esa reunión, varios líderes latinos apoyaron a O’Malley.

Los republicanos ni siquiera lo intentan ahora, preocupados por ganar el voto de los más conservadores. “Estas elecciones eran una buena oportunidad para los republicanos para ganar el voto latino y la perdieron. Los demócratas lo han tenido demasiado fácil”, dice Mónica. Ahora está convencida de que llevar a muchos hispanos a votar a O’Malley es “un mensaje para los demócratas”, para que incluyan la inmigración en sus prioridades y teman perder el voto de los hispanos.

Este lunes Mónica no puede votar, pero irá a hablar en la puerta de un caucus en nombre de O’Malley. Si entra sólo puede observar.

    María Ramírez

    Reportera y analista política de Univision Noticias. Nació en Madrid en 1977 y estudió Periodismo en la Universidad de Columbia con una beca Fulbright. Trabajó durante 15 años como corresponsal de El Mundo (España) en Nueva York, Milán y Bruselas. Fundó la web de innovación periodística #nohacefaltapapel y el diario El Español. Colabora con NY1 Noticias. Es autora de La Carrera: Retrato de 10 candidatos cuyo ascenso marca el futuro de América (2012) y Marco Rubio y la hora de los hispanos (Debate, 2016). @mariaramirezny

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