El Primer Ministro de Islandia Sigmundur Gunnlaugsoon se vio forzado a dejar su cargo esta semana, tras conocerse que tenía una empresa en un paraíso fiscal junto a su esposa. La revelación surgió como parte de los “Panama Papers”, y Gunnlaugsoon es considerada la primera víctima política de la masiva filtración de datos.
La noticia pudo sorprender a muchos en América Latina y Estados Unidos, sobre todo por la aparente sencillez con la que un jefe de gobierno dejó su cargo, y por las diferencias que encontramos en nuestros sistemas políticos. Pero, ¿fue tan grande el escándalo en Islandia como para llevar a un cambio tan drástico? En el Detector de Mentiras quisimos analizar las particularidades de este caso.
¿Es sorprendente y excepcional que renuncie a su cargo el Primer Ministro de Islandia?
No lo es. Gunnlaugsson es el cuarto de los últimos cinco primeros ministros de Islandia que sale del poder por vías distintas a una elección general. Visto de otra forma: desde 1991 a la fecha ha habido cinco primeros ministros en Islandia, y cuatro de ellos han renunciado o adelantado su salido del poder sin que terminara su período legalmente establecido.
David Oddsson dirigió al país entre 1991 y 2004. En las elecciones de 2003 su Partido de la Independencia perdió cierto respaldo, y como parte de un acuerdo con el Partido Progresista, Oddsson se mantuvo un año más en el poder, antes de renunciar en favor de Halldor Asgrímsson.
Asgrímsson, por su parte, no completó siquiera dos años en el poder. Unos malos resultados de su partido en unas elecciones municipales en 2006 lo llevaron a renunciar a la jefatura de gobierno. Lo sustituyó Geir Haarde, quien vio consolidado su mandato en las elecciones de 2007. Sin embargo, la crisis económica global, que impactó con más fuerza a Islandia, generó protestas y una fractura en la alianza del gobierno, forzando a la renuncia de Haarde. Irónicamente, en su momento, el mandatario fue considerado la 'primera víctima' política de la crisis financiera de 2008-2009.
A Haarde, quien hoy es Embajador de Islandia en Estados Unidos, le siguió Jóhanna Siguroardottir, dirigente que sí pudo completar su mandato, y quien salió del poder tras la derrota de su partido en las elecciones de 2013 frente a la alianza dirigida por Gunnlaugsson.
Europa parlamentaria, América presidencialista
La principal diferencia política de Islandia, y buena parte de Europa, con Estados Unidos y América Latina es el sistema político: allá parlamentario, aquí presidencial. Los Primeros Ministros son líderes elegidos por el Congreso (que a su vez es elegido popularmente), en muchos casos con el respaldo no sólo de uno sino de varios partidos políticos, y a menudo se producen fracturas que llevan a sus caídas.
Gunnlaugsson llegó al poder como líder del Partido Progresista. Éste finalizó empatado con el Partido de la Independencia en número de diputados en los comicios de 2013, y entre ambos formaron el gabinete. Cualquier gobierno de coalición es más susceptible a una crisis, como la surgida con los “Panama Papers”, ya que son dos o más partidos los que deben estar de acuerdo en las medidas a tomar.
Las renuncias de primeros ministros en sistemas parlamentarios son algo medianamente normal. En noviembre de 2015 el gobierno de Rumania colapsó luego de las protestas generadas por un incendio en un local nocturno en el que murieron más de 30 personas. El Primer Ministro Victor Ponta renunció pocos días después de la tragedia. Un mes después, la Primera Ministra de Letonia Laimdota Straujuma dejaba su cargo en medio de diferencias con su partido debido a la situación de refugiados en Europa.
En latitudes más cercanas también ocurre. Enrico Letta, Primer Ministro de Italia durante 10 meses, se vio obligado a dejar su cargo en febrero de 2014, presionado por su propio Partido Democrático. El incipiente líder de la formación Matteo Renzi, fue colocado en el cargo que al día de hoy mantiene.
La riqueza de Islandia
Cabe resaltar además que Islandia tiene otras notables diferencias con el resto del mundo. Además de tratarse de un país con poco más de 300.000 habitantes, se encuentra entre los más ricos, y los de mayor calidad de vida. El producto interno bruto per cápita fue en 2014 de $43,300, casi el doble del país más rico de América Latina: Chile con $22,300, según el Banco Mundial.
Ocupa el puesto 16 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, y tiene uno de los índices más bajos de desigualdad a nivel mundial. Por el contrario, aunque está entre los países presuntamente más transparentes del mundo, en el puesto 13 del Índice de Percepciones de Corrupción de Transparencia Internacional, se ubica relativamente lejos de sus vecinos del norte de Europa. Dinamarca, Finlandia, Suecia y Noruega ocupan cuatro de los primeros cinco lugares.