Yazan viajó a Europa en 2015, un año en el que casi un millón de refugiados sirios huían de la guerra en busca de una mejor vida. Luego de vivir en barrios miserables de inmigrantes y en campos de refugiados en Turquía, llegó a Alemania, a vivir temporalmente en el minúsculo pueblo llamado Ostheim, al sur de la ciudad industrial de Kassel. Una vez sea aceptada su solicitud de asilo, espera ser trasladado a otro lugar menos desapacible.

Hace cinco años, cuando fue reclutado por el ejército sirio, Yazan recién terminaba el bachillerato. Dos meses después, en medio del caos que se esparcía por todo el país, desertó y se resguardó en Aleppo, en un área controlada por el Ejército Libre Sirio, la principal facción armada de la oposición al régimen de Assad. Durante dos años, trabajó como facilitador para periodistas extranjeros. Viendo que en Aleppo la situación se volvía cada día más peligrosa, decidió huir hacia Turquía. Al cruzar la frontera norte de su país, una gran mayoría de sirios pasan a ser inmigrantes ilegales, obligados a vivir en ghettos dentro de las ciudades turcas, marginados y con mínimo acceso a oportunidades de educación o de trabajo. Aún así, Yazan logró desempeñar varios trabajos, generalmente en barberías —su hermano, que es barbero profesional, le había enseñado algunos trucos del oficio. Sin embargo, frustrado por la precariedad de la vida en Turquía y con un futuro muy incierto, decidió dejar todo y embarcarse en el viaje más largo de su vida. Zarpó en busca de un lugar seguro donde pudiera retomar su educación y eligió como destino Alemania.

El recorrido de Yazan no estuvo exento de obstáculos. Él y sus compañeros de viaje tuvieron duros encuentros con fuerzas policiales, padecieron climas inclementes y la falta de alimento. Contrabandistas y autoridades los transportaron en algunos trechos de un lugar a otro, sin comunicarles nunca cuál sería su próximo destino. Fue así como Yazan logró llegar a Alemania y aún hoy se encuentra en proceso de asentamiento.

Su anhelo es mudarse a Weisbaden, una ciudad intermedia donde vivió casi dos meses en un campo de refugiados. Allí hizo amigos turcos, sirios y alemanes. Actualmente Yazan ha sido trasladado a una casa en Ostheim junto a una docena de jóvenes sirios. “Este caserío es muy pequeño”, dice Yazan, y no hay con quien interactuar y practicar el idioma local. Fuera de sus clases matutinas de alemán, su única actividad social es ir cada semana al supermercado en la ciudad contigua de Kassel. Esta “odisea” le toma más de seis horas, dos buses y dos trenes. Así de remoto es el sitio donde está su actual hogar provisional.