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GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

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Eduardo Suárez

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Eduardo Suárez

Por qué no es probable que Donald Trump suavice su discurso antes de noviembre

Mayo 09, 2016

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Eduardo Suárez

Por qué no es probable que Donald Trump suavice su discurso antes de noviembre

 

El final de las primarias republicanas suscita una pregunta: ¿Qué hará a partir de ahora Donald Trump? El magnate neoyorquino se abrió paso en las primarias republicanas con un discurso agresivo, racista y despectivo hacia los hispanos. ¿Adoptará un tono menos estridente ahora que se acerca la convención?

En torno a esas preguntas empiezan a emerger dos hipótesis irreconciliables sobre el candidato republicano. La primera presenta a Trump como un político maquiavélico que no dice lo mismo en público y en privado y que modula su mensaje según la identidad de su interlocutor. La segunda lo retrata como un tipo que improvisa sus propuestas pero dice lo que piensa en cada evento electoral.

La primera hipótesis nació al hilo de este artículo de Buzzfeed, que desvelaba que el New York Times tenía guardada una grabación en la que el millonario admitía que no iba a llevar a cabo sus propuestas más radicales sobre inmigración. La defensora del lector neoyorquino explicó aquí cómo se había llevado a cabo la entrevista y por qué no iba a salir a la luz. Pero el asunto creó cierta polémica y sembró dudas sobre la doblez de Trump.

Unos días después, el neurocirujano Ben Carson ahondó en este hipótesis al anunciar su apoyo al magnate:

“He conocido a Trump en los últimos años y es un hombre muy inteligente al que le importa de verdad América. Hay dos Donald Trumps: el que uno ve sobre el escenario y otro que es muy cerebral”. 

Muchos interpretaron las palabras de Carson como una figura retórica. Pero la hipótesis de la doble personalidad de Trump volvió hace unos días a los titulares de la mano de su flamante hombre de confianza, Paul Manafort, al que el candidato contrató para tender puentes hacia la dirección republicana y rascar delegados antes de la convención.

Según explica aquí la agencia AP, Manafort les dijo a puerta cerrada a varios líderes republicanos que hasta ahora Trump había “proyectado una imagen” y que poco a poco iba a ir cambiando de papel. Esta cita es un buen resumen de sus palabras:

“Cuando está sobre el escenario, proyecta una imagen que le sirve para ese propósito. Poco a poco empezarán a ver una persona más profunda, la verdadera persona. Verán una forma muy distinta. El papel que interpreta está evolucionando de la forma que podríais esperar. Pero hasta ahora no podía hacerlo porque tenía que terminar la primera fase. La percepción negativa que se tiene sobre él bajará”.

El propio Trump desmintió unos días después a su hombre de confianza. Pero el poso de las palabras de Manafort impregna detalles tan ridículos como este tuit.

Esta primera hipótesis presenta a Trump como un camaleón y da por hecho que sus palabras contra los mexicanos y contra los musulmanes no son el fruto de la ideología o la incontinencia dialéctica sino de una estrategia cínica para ganar.

Según la segunda hipótesis, el hombre al que hemos visto durante la campaña es el verdadero Trump:  maquiavélico al explotar el racismo que sufren muchos mexicanos, repugnante al mofarse de un reportero discapacitado o errático hasta el extremo al hablar de economía o política exterior.

Esta segunda hipótesis es la más lógica a la luz de la trayectoria del personaje, que miente a menudo sobre el tamaño de su fortuna y presume en sus libros de ser un tipo impredecible al que le gusta improvisar. ¿Por qué iba a cambiar ahora de actitud?

Trump se ha asegurado la candidatura contra el criterio de la inmensa mayoría de los analistas. Al principio los editores del Huffington Post anunciaron que cubrirían sus eventos en las páginas de entretenimiento y Nate Cohn escribió aquí que era lo más probable era que no ganara la nominación.

Casi un año después, Trump se ha deshecho de sus 16 rivales con un lenguaje nítido y sin apenas ofrecer detalles sobre sus políticas. ¿Para qué convertirse en un político más? Sus votantes suelen elogiar su perfil como empresario y su capacidad para rodearse de un buen equipo. Ambos son detalles esenciales en la creación del mito de Trump y se sustentan sobre las apariciones en su reality show.

Muchos ven en Trump un hombre capaz de tomar decisiones. Le votan después de votar muchas veces a políticos que no hicieron lo que prometieron hacer. Los contrapesos que establece la Constitución obligan a llegar a acuerdos para sacar adelante cualquier ley en el Capitolio. Desde hace unos años demócratas y republicanos no están dispuestos a pactar y esa intransigencia crea una inoperancia que está en el origen del éxito del magnate, que se presenta como un gestor eficiente capaz de poner a los políticos a trabajar. Poco importan sus quiebras y sus estafas. Trump se ha forjado una imagen que un sector del electorado se ha creído y que le ha aupado a la nominación.

Trump es el candidato más impopular de la Historia y suscita un rechazo especial entre las mujeres y entre los hispanos, que votarán para evitar que el magnate gane la carrera presidencial. Su condición de outsider es el único rasgo que favorece al candidato republicano. No parece probable que vaya a abandonarla para enfrentarse a una adversaria que encarna todos los vicios (y las virtudes) de cualquier político profesional.

Este tuit del artífice del éxito de Trump en las redes sociales desvela las líneas maestras de su estrategia contra Hillary Clinton: el proteccionismo, el aislacionismo y la lucha contra la inmigración ilegal. Las tres evocan una América más próspera y más blanca donde las fábricas aún no habían cerrado por la apertura comercial impulsada por Bill Clinton y por el empuje de la globalización.

Trump apuesta por ganar ese voto nostálgico con un discurso similar al que le llevó al triunfo durante las primarias. Su problema es que la nueva America no es tan vieja ni tan blanca. La nueva América no se parece a él.

    Eduardo Suárez

    Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez

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