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GUÍA PARA COMPRENDER LA POLÍTICA EN AMÉRICA

María Ramírez

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Eduardo Suárez

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Eduardo Suárez

Cinco lecciones de Iowa para saber quién ganará en New Hampshire

Febrero 02, 2016

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Eduardo Suárez

Unos días antes de los caucus de Iowa, los sondeos daban por hecho que Ted Cruz se estaba desinflando y presagiaban un sólido triunfo de Donald Trump. Pocos hablaban de Marco Rubio y muchos daban por hecho que Bernie Sanders terminaría sepultado por la maquinaria de la Clinton y que sus seguidores imberbes no irían a votar.

Al igual que ocurriera en 2008, Iowa ha dado forma a una nueva carrera por la Casa Blanca y ha desmentido a quienes auguraban un paseo militar para Clinton y Trump. A continuación expongo cinco lecciones que dejan estos días intensos y que ayudan a explicar qué puede ocurrir después.

1. Pisar las calles todavía importa.

Trump ignoró los eventos pequeños y centró sus esfuerzos en los anuncios y en los mítines más grandes. Era una estrategia inédita en Iowa pero habría funcionado si no fuera por el ascenso de Ted Cruz, que ganó el estado a la manera más tradicional: estrechando manos en todos sus condados y asegurándose el respaldo de líderes evangélicos tan influyentes como Steve Deace, Steve King o Bob Vander Plaats.

Se trataba de emular los triunfos de Mike Huckabee (2008) y Rick Santorum (2012), que salieron de Iowa convertidos en la mejor opción de los republicanos más conservadores. Pero también de presentar a Cruz como el único republicano capaz de derrotar a Trump.

Así lo hizo por ejemplo su seguidora Diane Terry unos minutos antes del caucus que se celebró en la Jefferson High School de Council Bluffs. “¿Quiénes váis a votar por Trump?”, preguntó a gritos con desparpajo. La mitad de la sala levantó la mano y Terry se dirigió entonces a la otra mitad. “Quienes votéis por Trump tapaos los oídos. A quienes no vayáis a votar por él os digo que no nos podemos permitir votar por Carly o por Carson. Más del 60% de los americanos no soportan a Trump. Si gana las primarias republicanas, Bernie Sanders puede llegar al poder”.

Arropado por cientos de seguidores en el último mitin de campaña, Cruz evocó el espíritu de Ronald Reagan, que perdió en Iowa pero ganó la candidatura contra el criterio del establishment republicano, que lo consideraba muy conservador. Pero Cruz sólo será el candidato en noviembre si logra conectar con votantes menos conservadores en estados menos propicios. Hoy por hoy esos votantes están con Rubio y Trump.

2. Los votantes de Trump no son de fiar.

El millonario neoyorquino enmudeció en Twitter durante casi 15 horas y reapareció para recordar que se había pagado la campaña de su bolsillo y que estaba muy satisfecho de quedar segundo en un lugar poco favorable. Pero todos perciben aquí el resultado de Trump como una derrota, un rasguño en la armadura de un candidato que ha construido su campaña sobre su aureola de ganador.

Trump puede presumir de haber logrado 13.326 votos más que el ganador de los caucus en 2012. Pero eso no consuela a sus seguidores, que empiezan a difundir la teoría peregrina de que el ascenso inesperado de Marco Rubio es el fruto de una extraña conspiración de Microsoft.

Las firmas de encuestas erraron al augurar el triunfo de Trump. Pero nadie sabe si han sobrevalorado también su respaldo en estados como New Hampshire. Los caucus son un entorno muy especial. El porcentaje de participación es menor y los votos dependen de factores impredecibles. Es importante tener líderes que defiendan tu candidatura en cada comunidad.

Lo que no se ha esfumado pese a la derrota son los votantes de Trump: camioneros, amas de casa y albañiles blancos cuyos ingresos se han estancado durante la crisis y cuyas preocupaciones son el bienestar económico, la amenaza terrorista y la inmigración.

En el salón de actos de la Jefferson High School de Council Bluffs se sentaron a la izquierda del escenario y sus abucheos dejaban claro su desconfianza hacia los políticos locales que dirigían el proceso electoral. “Votaré por él porque es nuestro hombre, porque es el único capaz de cambiar algo y porque estoy harta de que la gente se ría de él”, decía una anciana en silla de ruedas con el puño derecho en alto.

Trump sigue por delante en los sondeos de muchos estados y no necesita donaciones para mantener en pie su campaña durante la primavera. Serán capaces los líderes republicanos de diseñar una estrategia que le arrebate la nominación?

3. Rubio atrae a un votante distinto.

Nadie auguraba que el senador hispano fuera a superar en Iowa el 23% de los votos. Menos aún que se quedara a apenas 2.000 votos del favorito Donald Trump. Rubio lo logró desplegando una estrategia compleja pero efectiva. Primero resistió los ataques de Ted Cruz en el debate y recorrió el estado en la recta final de la campaña presentándose como el hombre llamado a unir a los republicanos y hablando a menudo de su familia y de su fe.

Ese tono amable le ayudó a distinguirse de Trump y de Cruz, cuyos mensajes apocalípticos asustaron a los votantes centristas y educados de los suburbios de Des Moines. En su discurso no había ni rastro de su respaldo en 2013 a la reforma migratoria. Pero sí un discurso menos áspero que el de sus rivales y el mensaje implícito de que era el mejor preparado para conectar con personas que no han votado republicano desde la reelección de George W. Bush.

En sus mítines del sábado en Ames y Urbandale había universitarios, afroamericanos e hijos de inmigrantes. También mujeres jóvenes que no aparecen en los eventos de otros candidatos republicanos.”Yo diría que es el candidato republicano más dispuesto a dialogar con todos, también con los demócratas”, decía unas horas antes de los caucus Ann Soviech Munson, arquitecta y esposa de un reportero del periódico local.

Rubio demostró en Iowa que es el único aspirante capaz de pescar votos en todas las familias de los republicanos pero no lo tiene fácil para derrotar a sus rivales. Para empezar necesita que se reduzca cuanto antes el número de aspirantes, que divide los votos de los más centristas entre los gobernadores Chris Christie, John Kasich y Jeb Bush.

La presencia de estos dos últimos candidatos es especialmente dañina para Rubio, que se vería perjudicado si aguantan al menos hasta el 15 de marzo. Ese día se celebran las primarias de Ohio y Florida. Dos estados donde el senador lo tendrá muy difícil para ganar contra cualquiera de los dos.

4. El dinero no da la felicidad.

La campaña de Jeb Bush ha recaudado 150 millones de dólares desde junio del año pasado: casi lo mismo que Hillary Clinton y el doble que candidatos como Ben Carson, Marco Rubio o Ted Cruz.

Ese respaldo financiero se ha ido esfumando a medida que avanzaba la campaña y no ha producido ningún fruto para el ex gobernador republicano, que se ha gastado una parte notable de su dinero en anuncios donde denuncia la inexperiencia de Rubio y sus posiciones cambiantes sobre inmigración.

Esos anuncios aún se podían ver este lunes en las vallas publicitarias de Des Moines pero no sirvieron de nada. Bush apenas logró 5.000 votos. Cada uno le salió por unos 5.000 dólares al hombre que hace unos meses parecía llamado a ganar la nominación.

Iowa nunca fue el estado más propicio para un candidato como Bush. Estados como New Hampshire o Nevada son lugares donde podría tener más posibilidades. Pero sus opciones pasan por destruir a Rubio, que siempre le ha considerado su mentor.

Si Bush no revive en New Hampshire, crecerá la presión del establishment para que abandone en favor de un candidato que pueda frenar a Trump.

5. Los hispanos por ahora no son decisivos.

Republicanos como Marco Rubio o Jeb Bush siguen escondiendo su papel como impulsores de la reforma migratoria. No quieren sufrir los insultos de las bases republicanas más conservadoras ni dejar de competir por los votantes de Trump.

Su discurso se irá suavizando a medida que se acerquen los caucus de Nevada y las primarias de Colorado y Virginia, donde los hispanos representan un porcentaje más alto de la población. Pero por ahora en sus mítines apenas hay guiños a las familias de los inmigrantes y en los debates esquivan como pueden las preguntas sobre inmigración.

Ese silencio deja un espacio que no están aprovechando los candidatos demócratas, que por ahora no han convertido a los hispanos en una prioridad. Así nos lo decía este domingo la activista Mónica Reyes, que se quejaba de que ni Clinton ni Sanders habían armado un programa detallado sobre inmigración.

El ejemplo que contaba Reyes era muy esclarecedor. En septiembre llevó a decenas de jóvenes hispanos a un evento con Sanders en la universidad. Muchos le preguntaron al candidato por detalles concretos de sus planes migratorios y no supo contestar. Ese día la mayoría se fue pensando que votaría a O’Malley.

Iowa es un estado con un porcentaje muy pequeño de hispanos. Quizá por eso las campañas de Sanders y Clinton apenas les han prestado atención. Es probable que eso empiece a cambiar a medida que se acerquen votaciones en estados como Nevada, Texas o Florida. Sanders necesita a los hispanos para ganar.

    Eduardo Suárez

    Eduardo Suárez (León, 1979) ha ejercido como corresponsal del diario ‘El Mundo’ en Londres, Bruselas y Nueva York y es creador junto a María Ramírez de la web de innovación periodística #nohacefaltapapel. Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, ha cubierto diversos procesos electorales y ha entrevistado a líderes como Marco Rubio, Tony Blair o Gordon Brown. En 2011 asumió la corresponsalía del diario en Estados Unidos, donde cubrió las elecciones presidenciales de 2012 y el atentado contra el maratón de Boston y donde escribió decenas de historias sobre ciencia, cultura e innovación. Ha ejercido como comentarista en programas de canales como CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros ‘La carrera’ (2012), ‘El rastro del Exxon Valdez’ (2014) y ‘Marco Rubio y la hora de los hispanos’ (2016). Ganó el Premio Internacional García Márquez al mejor texto de 2014 con un reportaje en Alaska sobre el Exxon Valdez. @eduardosuarez

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